La carcoma de la vergüenza en A Ponte

Seis años han pasado ya desde la inauguración a todo tren de la rehabilitación de la Plaza de Abastos de A Ponte, a la que acudió en persona la ministra de Fomento, Ana Pastor. Dos millones de euros estatales se emplearon en una rehabilitación integral que está acabando, como se ve, comida por la carcoma. Cinco meses después de la inauguración, la Plaza seguía sin red eléctrica. Solo era el síntoma de que la reforma nacióe enferma. Seis años más tarde, el techo de madera se apolilla, como acreditan los restos de serrín distribuidos por toda la instalación, totalmente vacía. En los accesos, restos de humedad y grietas. El edificio solo mantiene abierta la oficina municipal, el local de la asociación de vecinos y la biblioteca. Vista completa de la Plaza, vacía y con serrín de la carcoma. La intención del alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, era sacar a concurso la instalación por un alquiler de 4.000 euros al mes con un restaurante y puestos de venta. Han pasado 609 días ya desde el límite que se había autoimpuesto: “Abriremos la plaza de abastos del Puente en noventa días especializándola en productos autóctonos”, rezaba su programa. Hace solo mes y medio, lejos de asustarle los plazos ya incumplidos, dijo que en una semana se empezaría el proceso para sacarla a concurso. Pero el mercado pontino parece condenado al fracaso. “Esperamos licitar en uno o dos meses”, confesó esta misma semana, alargando los plazos todavía más en el tiempo. “Es culpa de los técnicos, que no siguieron mis órdenes”, se excusó, una vez más, asegurando que el interventor apreció fallos en el estudio económico. “Fue una auténtica inepcia, si no está en uno o dos meses habrá expedientes y suspensión de empleo y sueldo”, amenazó. En el mandato de Jesús Vázquez, Jácome llegó a pedir al gobierno que delegaran en él la gestión de la Plaza y la tendría funcionando a toda mecha en tres meses. Sin esperanza Ayer mismo, el regidor revisaba en persona con algunos miembros de su equipo las instalaciones. Pero ya nadie tiene la esperanza puesta en su reapertura, parece que ni él mismo, que evita hablar del tema con palabras grandilocuentes. “Isto non se vai reabrir nunca, ninguén vai querer entrar”, asegura una vecina del barrio. El concurso para gestionarlo quedó desierto ya en dos ocasiones. Nadie parece dar un duro por él. Incluso los ourensanos parecen ajenos ya a una instalación en la que al otro lado del río pocos reparan. Mientras el Gobierno, que pagó la reforma, no diga nada, parece imperar la ley del silencio. En su interior, solo la carcoma, ese bicho que devora la madera sin remordimientos, parece haber cogido el testigo de la fiesta que imperaba el día de la inauguración. Humedades en los accesos al mercado pontino. “Será un edificio del siglo XXI que va a revitalizar la zona, recuperar ese tradicional pulso comercial del barrio de A Ponte y va a suponer un impulso a sus actividades sociales y culturales”, decía Ana Pastor en aquel enero de 2015. A Ponte sigue esperando.