La transformación del Conservatorio de Música Elemental en escuela municipal ha revolucionado la actividad musical en el Concello de Celanova. Decenas de vecinos de la villa de San Rosendo han acudido en estas primeras semanas de vida de la escuela para formalizar sus matriculaciones en los nuevos cursos e interesarse por los talleres especializados que, de cara al próximo año, se pondrán en marcha en la Casa da Música.
En apenas dos meses, el centro educativo no reglado ha conseguido multiplicar el alumnado (de 33 a 62), así como el número de talleres (batería, guitarra y música y movimiento) que se suman al plan de estudios. 'Las matriculaciones han aumentado notablemente, tanto por la ampliación de la oferta, como por el rango de edad: el más joven tiene 4 años y el más veterano 70. Mientras que antes solo se admitían alumnos entre ocho y 14 años', recuerda Ernesto Fernández, presidente de la Asociación de Amigos de la Banda de Música, que matiza que 'este nuevo proyecto tendrá mejores resultados a medio plazo'.
El cambio producido en la escuela ha motivado la participación de nuevos alumnos. Con apenas seis años, Zaira, Sarai, Rocío, Hugo y Miguel comienzan su formación musical con una hora de cuentos y canciones 'que pasa moi pronto', protestan los pequeños cuando ven entrar a sus padres en el aula. 'Es fantástico que se nos haya abierto esta oportunidad', apunta Enrique Moreiras que, a sus 49 años, se ha lanzado a la aventura de aprender a tocar la batería; 'era una espinita que tenía clavada', confiesa.
La ilusión por este nuevo proyecto lo secunda también el profesorado, que se ha involucrado al 100%. Tanto los veteranos como Miguel, como las nuevas incorporaciones, caso de Begoña Rodríguez, que llevaba varios años desvinculada de la Casa da Música y 'ahora me lo paso pipa dando clase a los pequeños'.
El cambio producido en la escuela ha motivado la participación de nuevos alumnos. Con apenas seis años, Zaira, Sarai, Rocío, Hugo y Miguel comienzan su formación musical con una hora de cuentos y canciones 'que pasa moi pronto', protestan los pequeños cuando ven entrar a sus padres en el aula. 'Es fantástico que se nos haya abierto esta oportunidad', apunta Enrique Moreiras que, a sus 49 años, se ha lanzado a la aventura de aprender a tocar la batería; 'era una espinita que tenía clavada', confiesa.
La ilusión por este nuevo proyecto lo secunda también el profesorado, que se ha involucrado al 100%. Tanto los veteranos como Miguel, como las nuevas incorporaciones, caso de Begoña Rodríguez, que llevaba varios años desvinculada de la Casa da Música y 'ahora me lo paso pipa dando clase a los pequeños'.
