La lluvia redujo la afluencia a los camposantos pese a que el puente auguraba muchas visitas

El cementerio de O Barco bendijo los 360 nuevos nichos

Los trabajadores municipales de limpieza despejaban ayer una de las calles del remozado camposanto. (Foto: J.C.)
Cientos de barquenses se acercaron a lo largo de la jornada de ayer al cementerio de O Barco, desafiando a un día gris, desapacible y marcado por la constante lluvia.
Para la localidad se trataba de un día especial, ya que era la fecha escogida para inaugurar la ampliación del camposanto de la villa que, como señalaba hace escasos días el concejal de Cementerios, Luis Arias, 'llevaba ocho años esperando, a lo largo de los cuales hemos tenido que negociar con los dueños de la finca; con Patrimonio, ya que en estos terrenos se encontraban unos restos romanos, y con Urbanismo, hasta hacer realidad una primera ampliación de 360 nichos -todos ellos ya vendidos a un precio de 1.000 euros-, que irá seguida de sucesivas ampliaciones marcadas por el ritmo de la demanda'.

Desde primera hora de la mañana, el trasiego de personas recorriendo las calles entre mausoleos, tumbas y nichos era constante, tras dejar aparcados los vehículos en las calles Virgen da Barxa, Florencio Delgado Gurriarán y Carrúa, además de la recién abierta calle La Cruz, que ampliaba las plazas de aparcamiento este año, al tiempo que permitirá, a partir de ahora, que los coches fúnebres puedan acceder hasta la sepultura, en pleno cementerio, en lugar de tener que aparcar en el exterior del recinto, como hasta ahora.

Poco a poco, la imagen del cementerio, marcado habitualmente por el gris de los mármoles y las lápidas, se fue mudando en un abanico de colores al ritmo marcado por los sucesivos ramos y centros de flores dejados por los barquenses a los pies de sepulturas y mausoleos, además de los nichos repartidos por el camposanto de O Barco.

Ya por la tarde, el párroco de O Barco, Tomás Rodríguez Carbajo, se ocupó de oficiar la misa de Todos los Santos en la zona vieja del cementerio barquense, contando con una abundante presencia de feligreses guarecidos bajo sus correspondientes paraguas. Finalizado el oficio religioso, Tomás Rodríguez se dirigió a la zona correspondiente a la ampliación del cementerio para inaugurar los nuevos nichos.

La escena de O Barco, original porque todos se acercaban para ver de cerca los nuevos nichos, se repitió en cuanto a flores y asistentes, en los camposantos municipales de la provincia, pese al mal tiempo, que redujo la presencia de fieles, por la tarde, en los actos religiosos.

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