ADN OURENSANO POR EL MUNDO

En la cima financiera por la pista de tenis de A Rúa

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photo_camera Pedro Escudero en su despacho del fondo de inversión DPM Capital en Nueva York.

Pedro Escudero es el fundador, propietario y CEO del fondo de inversión DPM Capital y trabajó en Lehman Brothers, Citi, Deutsche Bank, J.P. Morgan

A veces el río Hudson de Nueva York amanece con una bruma de morriña que llega desde la otra orilla del Atlántico. En esas mañanas de ánimo calado de nostalgia, Pedro Escudero entra en Google Earth y pasea virtualmente por A Rúa hasta la avenida Quiroga para volver a contemplar el embalse desde la casa en la que vivió los primeros 14 años de su vida. "Me transmite energía, me llena", comenta ahora en su despacho situado en el edificio levantado en 1900 por la familia Collier en Meatpacking District. "Cuando era niño en A Rúa hicieron dos pistas municipales de tenis. Si esas pistas no hubieran estado allí, hoy yo no estaría aquí". 

Fue primero en el 'ranking' del campeonato nacional junior de tenis por delante de Carlos Moyá, cursó el prestigioso MBA de Duke University, trabajó en Lehman Brothers, Citi, Deutsche Bank, J.P. Morgan y ahora es fundador, propietario y CEO del fondo de inversión DPM Capital, las iniciales de su mujer y sus dos hijas y el resumen de su filosofía en los negocios: "Invierto en empresas que duran. A cada inversión le dedico de 300 a 400 horas. Son meses examinando los problemas para tomar riesgos extremadamente calculados". 

Pero no adelantemos el resultado porque para llegar a la cima hay que saltar precipicios y salvar bolas de partido. El pequeño de cuatro hermanos, Pedro Escudero Araújo nació por accidente en Val de San Lorenzo (Astorga) el 29 de junio de 1975 en la casa de sus abuelos maternos, en donde la familia acostumbraba a pasar unos días durante el verano. Su padre se dedicaba a construir presas para Saltos del Sil y al poco tiempo tuvo que regresar al tajo en A Rúa con otra boca que alimentar. 

Al rapaz le apasionaban todos los deportes. Jugaba al fútbol, al baloncesto... Recuerda que en el pueblo dieron una exhibición los Harlem Globetrotters, malabaristas del baloncesto, pero en ningún momento se le pasó por la cabeza que también él acabaría haciendo cabriolas desde Nueva York, pero con las finanzas. Era una época de gran actividad económica en A Rúa por la construcción de las presas y los saltos y se hizo un polideportivo de unas dimensiones sorprendentes para el tamaño de la localidad con dos pistas de tenis. "Gracias a mi padre, José Luis,  que pasó horas y horas entrenándome, y al sacrificio de mi madre, María Pilar, por aguantar tanto tiempo sin su marido, pude llegar hasta aquí", confiesa el hijo con un tono de emoción desde la capital financiera del planeta. 

MUÑECA PRODIGIOSA

Cuando tenía 14 años su padre fue trasladado por Iberdrola a Valladolid porque en la comarca de Valdeorras ya no quedaban más presas que construir, pero Pedro ya exhibía un tenis de muñeca prodigiosa por todas las canchas de España. Se fue a Barcelona a mejorar el juego, pero su residencia era el hotel que cambiaba con cada competición. Cursó el Bachillerato a distancia y siempre tuvo muy presente dos frases que leyó en alguno de los libros que le regalaba su padre: "Lo que un hombre puede hacer, otro también lo puede hacer y tú tienes tus pinceles,tú tienes tus pinturas y tú pintas tu paraíso". 

El rival podría ser más talentoso, pero nadie le iba a ganar en horas de entreno. "Eché tantas horas que creo que ha contribuido a que ahora cuente con algo diferente. La determinación, creer en uno mismo y saber competir lo aprendí jugando al tenis. Eso me ha ayudado mucho en la vida".

Tenía mano y raqueta para pintar el paraíso esbozado en las canchas de A Rúa con su padre, pero el destino le llevó por un cuadro distinto en el torneo de la vida. "Me lesioné cuando estaba por delante en el 'ranking' de verdaderos fenómenos del tenis como Carlos Moyá, dos o tres años antes de que él ganase Roland Garros, pero me tocó la lotería porque ahora mi cima puede ser a los 65 años, a los 70 o no tener techo". Pedro Escudero aún hoy aparece en la lista de la ATP en el puesto 995 en noviembre de 1994. 

Una lesión en el codo truncó sus aspiraciones deportivas cuando se preparaba para dar  el salto con red por sus cualidades, pero curiosamente el revés le abrió las puertas de Estados Unidos. "En agosto de 1996 me llamó José Luis León Manteca, un amigo del tenis que estaba jugando en Louisiana State University. Me dijo que aquí podrían curarme el codo y decidí visitarlo unos meses". El entrenador del equipo universitario los vio jugar y le ofreció la posibilidad de concederle una beca a pesar de su merma física. "Pero yo no sabía nada de inglés. En un McDonald's me preguntaron si el pedido era para aquí o para llevar y yo les respondí número cinco", recuerda entre carcajadas. En seis meses consiguió pasar la prueba de inglés requerida "porque mientras otros estaban de fiesta, yo iba a la biblioteca a preparar los exámenes. Para poder aprobar estudiaba incluso cuando salía a correr o los fines de semana, como cuando entrenaba ocho horas al tenis".

Entró en la Universidad de Lousiana pero cuando se enfrentó a Duke en el campeonato universitario tras dos semestres se impuso al número 1. "Al terminar le dije al entrenador que quería entrar en Duke porque sabía que tenía que estar en una universidad de las primeras de Estados Unidos para conseguir un trabajo excelente en Wall Street o en una gran compañía". Logró una beca del 80% de la matrícula de Económicas y Literatura. "Conseguí acabar en tres años en vez de cuatro y con sobresalientes. Era consciente de que yo no era hijo de ricos y tenía que esforzarme y estudiar duro para sacar mejores notas que los demás". 

Tuvo que operarse del codo por segunda vez, pero Lehman Brothers ya lo había sondeado para incorporarse a su plantilla. Pedro Escudero continúa leyendo de seis a ocho horas al día y calcula que ha devorado unos 15.000 reportes financieros de empresas. "Las primeras discusiones de mi matrimonio fueron por el espacio en el armario. Mi mujer lo llenaba de zapatos y yo de informes empresariales". 

Conoció a Madeleine cuando regresó a Duke para cursar el MBA. Ella es escritora y está ahora haciendo el posgrado en la Universidad de Columbia. El matrimonio tiene dos hijas, Daphe, de cuatro años y medio, y Ophelia, de dos. Su cuidadora es coruñesa y de vez en cuando les habla en gallego a las niñas. 

Escudero pasó por otros gigantes de las finanzas como Lehman Brothers, Citi, Deutsche Bank y J.P. Morgan antes de volar en solitario con su propio fondo de inversión, DPM Capital, en el que cuenta con un equipo de siete personas. Su sueño es conseguir "el fondo de más calidad del mundo". No puede contar más que lo imprescindible por confidencialidad y respeto a sus clientes. 

Juega siempre a ganar, mucho. "Mi lema es conseguir dólares a 50 centavos". Pero también aspira a poder enseñar a los demás los pasos para llegar a la cumbre financiera del mundo desde una pista de tenis de A Rúa. 

“Muchas veces visualizo A Rúa y el embalse desde arriba para relajarme"

¿Qué le sugiere Ourense o A Rúa?

La infancia, los recuerdos, el lugar al que siempre quieres volver. Se va a reír, pero las últimas veces que fui a A Coruña para ver a mis padres decidí ir conduciendo desde Madrid para poder pasar por allí, aunque me tenga que desviar. 

¿Cuál es su rincón preferido?

Yo creo que es en la avenida Quiroga de A Rúa mirando al embalse desde arriba. Una de las cosas que aprendí es la visualización para relajarte y muchas veces visualizo el pueblo y el embalse. 

¿Qué es lo que más echa de menos?

Los martes había un mercado en el que hacían unas cazuelas de pulpo increíbles. Costaban 100 pesetas (0,60 euros) y es una de las cosas que más echo de menos. En Nueva York puedes ir a un gran restaurante en el que preparen pulpo pero no es lo mismo. 

¿Cuántas veces piensa al día en su tierra?

Siempre piensas en alguna ocasión. A veces me planteo llamar a la puerta de la casa en la que crecí para intentar comprarla,  pero para qué. La vida es un camino. Hay que aprender, recordar las cosas y no olvidar de donde vienes, pero al final hay que mirar hacia delante. El activo más importante de todos es el tiempo porque se acaba. 

¿Volverá a vivir en Ourense o en Galicia?

Permanentemente es probable que no, pero ni siquiera en España. Siempre tendré mi lugar ahí para pasar más tiempo cuando me haga mayor, pero no hace falta vivir en Galicia para sentirte gallego. En mi fondo acabo de contratar a un gallego y la niñera que cuida a mis hijas también es gallega. 

¿Qué ha aportado Ourense al mundo?

Dices Ourense en Nueva York y lo primero que piensa la gente es en la buena comida y en el buen vino, como de otras partes de España. 

¿Dónde le gustaría ser enterrado?

El entierro es irrelevante, pero me gustaría dejar un legado para enseñar a pescar. 

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