El ocio nocturno está siendo más estricto que nunca con las medidas covid. Las últimas noches fue más difícil acceder a los pubs de la ciudad sin que el portero leyese el código QR de los pasaportes que debían aportar los clientes. La nueva normativa está vigente y funcionando, sin embargo, el grupo de vecinos del Cimborrio han hecho un nuevo apunte sobre lo que “no pueden hacer” los pubs ourensanos.
“Tenemos un problema con los ruidos que nos impiden el descanso. Son muchos los locales que no tienen un sonómetro -un dispositivo que se instala en el circuito e impide que el sonido se pase de un límite-, que es obligatorio para ejercer la actividad”, señala uno de sus representantes. “Para abrir un local es necesario que funcione, pero si la gente no sabe que existe esa herramienta, tampoco se va a preocupar de exigirla”, señalan desde la asociación.
El viernes por la noche, la Policía Local acudió a algunos pubs de la calle Lúa y Pizarro al ser alertados por un vecino de que los volúmenes de ruído eran excesivos. Sin embargo, tras mediar un par de palabras con los propietarios y asomarse a observar que estuviese todo en regla, los agentes se marcharon calle abajo.
No pusieron ninguna multa, sino que tan solo se acercaron a observar, una dinámica que se repitió las últimas noches. Y pese a que la situación funciona para los pubs, sigue habiendo una serie de vecinos que no descansan y que piden al ayuntamiento “que reaccione” y que “sea responsable”. También demandan responsabilidad personal por parte de los clientes y los establecimientos.
