El Concello de Ourense ingresó el pasado año más de 2,1 millones de euros procedentes de las multas de tráfico, por encima de lo presupuestado y más de lo que se había recaudado antes de que Jácome llegase a la alcaldía.
Pese a ser una ciudad pequeña, Ourense es una urbe en la que muchos utilizan el coche para desplazamientos cortos, provocando mucha densidad en la circulación y muchas
veces también aparcamientos en doble fila. En teoría estas cuestiones revelan un uso inadecuado del vehículo, cuando no una falta de civismo.
El Concello aplica mano dura en sanciones, prevé nuevos radares y constata que también en esto ha fracasado Jácome como alcalde, al ser incapaz de poner en marcha un solo plan que no sea el del palo y tente tieso. No seremos nosotros los que defendamos a quien comete infracciones de tráfico, como por ejemplo aparcar donde no debe.
Por eso no defenderemos a Jácome porque aparca donde le da la gana, casi siempre mal. No solo no le defenderemos, sino que le responsabilizaremos por ello, por su contrastado incivismo, por su abuso innecesario del cargo que ocupa y que le viene más ancho que la plaza de garaje en la que no da estacionado.
