Se veía venir. La provincia tiene más ourensanos censados en el exterior que en la ciudad. Así titula una de sus informaciones La Región, demostrando los dientes de sierra que sufre la demografía local, que no detiene la sangría de ourensanos que se van, aunque sí capta el interés de gentes de otros países que ven aquí una tierra de oportunidades.
Ya lo hemos comentado en más de una ocasión, los que se van sin mirar atrás buscan mejor futuro que en Ourense, un futuro que es generoso para los que llegan. Así queda la provincia, en la zona tibia, sin despegar. Hay 116.000 ourensanos que están residiendo en otros países, es decir, más que toda la ciudad.
Es muy difícil que esa gente regrese, que ese talento se sienta atraído por las oportunidades que se puedan dar aquí, salvo excepciones, muy escasas por cierto. Mientras, el sarcasmo de la estrategia de desarrollo que se aplica en Ourense lleva a seguir formando a personas con contrastado talento a sabiendas de que no ejercerán aquí, que muchas se marcharán.
Ourense, de nuevo, se reencuentra con su historia y con sus fantasmas: no somos capaces de dejar atrás lo de tierra de emigrantes.
