La conductora, sin lesiones graves, salía de un garaje de la calle Valle Inclán, situado al lado del local

Un coche se empotra contra un bar y hiere a dos clientes

Estado en que quedó la fachada del bar. (Foto: Miguel Angel)
Dos clientes de la cafetería Sil, situada en la esquina de las calles Bedoya y Valle Inclán de la ciudad, Antonio P.S., de 79 años, y Senén Ramos, de 42, resultaron ayer heridos, el primero de gravedad, al empotrarse un turismo Peugeot 307 en el local. La conductora del vehículo, María A. P.O., de 66 años, no sufrió lesiones de gravedad.
El siniestro se produjo pasadas las nueve de la mañana cuando la conductora acaba de incorporarse a la circulación en la calle Valle Inclán, desde un garaje que está situado en la misma acera del bar, a unos 10 metros de distancia.

En el corto tramo, el vehículo, tras salirse de la calzada, arrancó de cuajo un pivote de hierro en la acera y colisionó contra la fachada del bar, derribando un muro de ladrillo y hormigón, la cristalera y la puerta del bar. En el impacto, el turismo atropelló a Antonio P.S., que salió despedido unos tres metros, golpeándose con la cabeza sobre la acera. El hombre salía del bar de tomar un café, algo que según el camarero del local, Javier González, hacía a diario desde hace años.

El vehículo quedó empotrado en el bar, mientras que parte del muro de hormigón y los cristales salían despedidos y alcanzaban en una pierna a Senén Ramos, que estaba en el interior del bar leyendo el periódico y tomando un café. 'Estaba de espaldas a la calle y al escuchar la colisión creí que se trataba de una bomba. Me lancé hacia la izquierda de la puerta para protegerme y noté un golpe fuerte en la pierna. Al girarme, ya vi el coche dentro del bar', explicaba. 'Pasé un buen susto', lamentaba.

Al lugar acudieron dos ambulancias, la Policía Local y los bomberos, que fueron los encargados de retirar el coche y limpiar el gasóleo y aceite de la acera. Mientras, el personal sanitario trasladaba a los tres heridos al Complexo Hospitalario de Ourense, donde por la tarde sólo permanecía ingresado el septuagenario, al presentar varias fracturas en el rostro y traumatismos en una pierna y cadera.

'Había pocos clientes. Si llega a ser cinco minutos, sucedería una catástrofe, porque el local estaba lleno', explicó el camarero, Javier González, recordando que todo ocurrió en apenas segundos, 'pero pasamos miedo', añadió.

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