La demanda del comedor social de Cáritas no deja de crecer desde inicios del pasado año, lo que tensiona la atención del servicio. “Desde 2022 el número de usuarios va en aumento cada mes, sin freno. Ahora mismo estamos en las 600 raciones diarias, cifras ya superiores a las de la declaración del estado de alarma, en marzo de 2020”, explica Elena Pérez, responsable del comedor. “Estamos muy desbordados, y la situación no parece mejorar”, asegura.
El incremento del pago de suministros (luz, agua, gas), sumado al encarecimiento de los productos básicos de alimentación, así como las consecuencias de la pandemia, son las principales razones que explican el aumento de la demanda. “Una parte importante de la gente que viene o no tiene ingresos o tienen prestaciones de importes muy bajos. En este caso, si el dinero te permite pagar el alquiler, ya no te permite costearte la alimentación de todo el mes”, señala Pérez.
Cada vez más trabajadores
Los perfiles de los usuarios del comedor son variados: desde personas que acaban de llegar a la provincia hasta ourensanos que se encuentran en situación de calle con problemas de adicciones. “Aquí llegan todo tipo de perfiles. Notamos que el perfil que ha llegado para quedarse es el de personas que tienen un puesto de trabajo, pero que aun así no pueden hacer frente a los gastos de alimentación. Muchos tienen jornadas de cuatro horas al día, o trabajan a demanda, una semana sí y otra no. Con esos salarios es muy complicado mantenerse”, detalla Pérez.
Desde la entidad ya se esperaba un bum de usuarios al llegar los meses de invierno, debido al incremento del gasto en calefacción -en muchos hogares no es posible pagar esta factura y al mismo tiempo cubrir los gastos de alimentación-.
