Condenado el cura de Avión por un abuso sexual en 2006

El expárroco de Avión, Pablo Serafín E.D., de 49 años, ha sido condenado a una multa de 2.700 euros por abusar sexualmente de un joven, hoy mayor de edad, cuando en el año 2006 le impartía catequesis. La jueza del Penal 2, al fin de evitar la reiteración de comportamientos como el enjuiciado en este caso con menores de edad, le impone una pena de inhabilitación especial para el ejercicio de empleo u oficio que implique contacto con menores durante dos años, además del alejamiento de la víctima y una indemnización de 3.000 euros. La Diócesis de Ourense ya había suspendido cautelarmente al condenado del ejercicio del ministerio sacerdotal y de impartir clases de Religión en un colegio de Avión cuando el juzgado instructor optó por sentarlo en el banquillo. Los hechos ocurrieron en 2006 cuando Pablo Serafín E.D. preparaba para la Primera Comunión al denunciante, que entonces tenía 10 años. Las clases individuales se impartían en la casa parroquial en la que residía el cura. En al menos una ocasión, recoge la sentencia, “el sacerdote recibió al menor en calzoncillos y con ánimo libidinoso le tocó los muslos al tiempo que le decía lo bonitas y fuertes que eran sus piernas, acariciándole la espalda y llegando incluso en una ocasión a tocarle los genitales mientras ambos estaban sentados en el sofá”. Esta conducta delictiva tuvo consecuencias para el denunciante, quien sufre trastornos psicológicos por depresión, ansiedad y baja autoestima “que le causan una fuerte emocionalidad negativa y le provocan sufrimientos de indefensión, vulnerabilidad y pérdida de confianza”. Pese a que la fiscal y la acusación particular pedían prisión, la magistrada fija la pena en su grado mínimo en atención a la entidad del hecho delictivo, la falta de antecedentes del inculpado así como la atenuante de dilaciones indebidas (tardanza en llegar a juicio). El fallo descarta el interés económico por parte del denunciante, máxime cuando incluso sólo llegó a pedir 300 euros de responsabilidad civil en un primer momento (después la abogada se adhirió a la petición de la fiscalía que era más elevada), resaltando que este tipo de acciones penales se convierten en una especie de “castigo” para el denunciante, en tanto se ve sometido “a cuestionamientos acerca de aspectos de su vida más íntima”. La ponente pone en valor la razón esgrimida por el joven para denunciar después de tantos años: “Al enterarse por unos primos que sus hijos iban a preparar la Comunión con el acusado fue cuando le vinieron todos los recuerdos y decidió contárselo a sus tíos ante el temor de que a esos niños pudiera pasarle lo mismo”. Un dato que tiene especial importancia “porque evidencia la absoluta falta de un ánimo espurio en la denuncia”. La jueza resalta que, además, en la vista oral se acreditó otro comportamiento de índole sexual “totalmente indebido” con un menor de edad por parte del denunciante. Un testigo relató que cuando hace años preparaba la catequesis el cura le llegó a pedir por mensaje telefónico una foto sexy. La sentencia no es firme y admite recurso.