El corazón de la ciudad, víctima de una larga enfermedad con síntomas ya visibles

A la izquierda, humedades junto a la piscina de As Burgas.
photo_camera A la izquierda, humedades junto a la piscina de As Burgas.
El abandono de las zonas históricas, generalizado en las urbes gallegas, alcanza su máxima expresión en Ourense. Sus residentes ni siquiera se libran de los coches.

Mientras el Casco Vello ourensano se vacía, quienes aún viven y trabajan en él reflexionan sobre cómo darle la vuelta a la situación antes de que sea demasiado tarde. ¿Cuáles son los problemas de esta zona de la ciudad? Desde Burgas Natural lamentan que “no hay seguridad. Últimamente se han producido muchos atracos e intentos de robo en los comercios. A los que tenemos alarma, nos ha saltado, a los que no…”. Y, además, “la limpieza es muy deficiente. Caminas por el Casco Vello y encuentras demasiadas manchas de humedad”. 

Las primeras de ellas, ya en la propia entrada de las piscinas de As Burgas (frente a la tienda), “y es un espacio que pertenece al Concello. La piedra de la rúa de As Burgas tampoco se ha limpiado en años. Y si al menos la instalación estuviera abierta, atraería a mucha gente…. Esta explanada es una maravilla, pero nunca se organiza ningún evento en ella. Ni siquiera se pone una sola luz en Navidad”, critican. “Los edificios tienen problemas de conservación. Y muchos posibles moradores no se quieren meter en ellos hasta que se solucionen, así que al final acaban decantándose por otros locales. Parte del alcantarillado es muy antiguo y hay locales subterráneos que se inundan cuando llueve”, concluyen. 

Concepción Vázquez, del comercio local Oreta Xiro, para frenar la sangría de bajos comerciales cerrados apela a la necesidad de “dar facilidades a los que se quieran instalar, bajando impuestos. Yo, si tuviera deudas, ya habría tenido que bajar la persiana. Además, se debería cuidar la zona, promocionar, ayudar a los hoteles… Los gobiernos piensan más en sus discusiones que en los ciudadanos”. Junto a la Praza Maior, Silvia Carballo, de la tienda Nikis, lamenta que “las mercerías de al lado cerraron todas. La gente se va de Ourense. No hay trabajo”.

Cristian Garza vive desde noviembre con su pareja en el Casco Vello. Y tiene claro que “las zonas históricas de las ciudades gallegas están echadas a perder, es una pena. Quizás se deberían poner menos requisitos a la hora de rehabilitar, siempre que no se estropee la estética”. En cuanto a Ourense, critica el acceso de vehículos: “Debería ser realmente peatonal. Es una barbaridad la de coches que pasan”. 

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