La representación de la obra Un dios salvaje juntó en el escenario del Principal a la profesionalidad y reconocida trayectoria de cuatro grandes de la interpretación: Maribel Verdú, Aitana Sán chez-Gijón, Pere Ponce y Antonio Molero. Ante ellos, un auditorio abarrotado. Ahora que el teatro está ganando público debería estar arropado por el apoyo cultural y político, reivindica Molero.
En un sobrio decorado teatralizado con unos sofás y unas pequeñas mesas transcurrió la escenificación de la obra de Yasminza Reza versionada por Jordi Galcerán Un dios salvaje. Un marco teatral muy sencillo pero rebosando dosis de profesionalidad, gracias un reparto que juntó sobre el mismo escenario a Aitana Sánchez-Gijón, Maribel Verdú, Antonio Molero y Pere Ponce. Los cuatro fueron los encargados de sacar el lado malo de su interior y dar vida a una historia en la que se palpa agresividad, competitividad y crueldad. Existe un dios común a todos, el que nos gobierna desde el principio de los tiempos y el que nos hace comportarnos como animales. El instinto salvaje nunca lo vamos a perder por mucho que la sociedad nos eduque, según reflexiona el propio Antonio Molero, cuyo registro en esta obra nada tiene que ver con su personaje de Fiti en la televisiva serie de Los Serrano.
Y es que aunque la televisión lanza más a la fama que el teatro, como él mismo reconoce, su trayectoria teatral viene de hace más de 20 años y se le nota en escena.
Antonio Molero, que se considera famoso por accidente dado que se crió en el teatro, y sus tres compañeros de reparto supieron ganarse al público ourensano que no dejó ni una sola de las butacas vacías para ver en escena a estos cuatro grandes de la escenificación, con las entradas agotadas ya desde hacía unos días. El público acudió al teatro y lo hace ahora, con la crisis, algo más que antes. No sabría explicar por qué, alega Molero, pero reivindica que ahora que tenemos al público y dramaturgos, directores y actores hay, debería haber más apoyo cultural y político. Un dios salvaje devolvió además a Maribel Verdú a Ourense, donde rodó Los girasoles ciegos.
El teatro contra el cine
Antonio Molero es de los que cree que si una obra de teatro puede entretener y aportar algo más mucho mejor, pero también defiende el teatro como simple espectáculo de entretenimiento porque a veces es eso lo que la gente necesita, reírse sin más. Alude a la paradoja de que el teatro español está especialmente bien y el cine especialmente mal, aunque no tanto por la producción, sino por la competencia feroz de las películas americanas.
Y es que aunque la televisión lanza más a la fama que el teatro, como él mismo reconoce, su trayectoria teatral viene de hace más de 20 años y se le nota en escena.
Antonio Molero, que se considera famoso por accidente dado que se crió en el teatro, y sus tres compañeros de reparto supieron ganarse al público ourensano que no dejó ni una sola de las butacas vacías para ver en escena a estos cuatro grandes de la escenificación, con las entradas agotadas ya desde hacía unos días. El público acudió al teatro y lo hace ahora, con la crisis, algo más que antes. No sabría explicar por qué, alega Molero, pero reivindica que ahora que tenemos al público y dramaturgos, directores y actores hay, debería haber más apoyo cultural y político. Un dios salvaje devolvió además a Maribel Verdú a Ourense, donde rodó Los girasoles ciegos.
El teatro contra el cine
Antonio Molero es de los que cree que si una obra de teatro puede entretener y aportar algo más mucho mejor, pero también defiende el teatro como simple espectáculo de entretenimiento porque a veces es eso lo que la gente necesita, reírse sin más. Alude a la paradoja de que el teatro español está especialmente bien y el cine especialmente mal, aunque no tanto por la producción, sino por la competencia feroz de las películas americanas.
