La festividad de los Custodios de la Policía Nacional abarrotó el Teatro Principal para reconocer el trabajo de este cuerpo en pro de la seguridad ciudadana. Todo ello entre cruces al mérito policial y discursos metafóricos.

Cruces y lirismo policial

El acto institucional en el que la Policía Nacional celebra la fiesta de los Ángeles Custodios se movió entre discursos, más o menos inspirados, y condecoraciones. Anfitriones e invitados no sólo abarrotaron el aforo del Teatro Principal para el reparto de medallas y diplomas sino también la Catedral, cuyas primeros asientos, los reservados, se quedaron escasos ante la presencia -algunos fuera de hora- de más autoridades de las previstas por los organizadores para asistir al oficio religioso, amenizado por la Coral De Ruada.
Doce agentes se subieron al escenario para recoger la cruz al mérito policial con distintivo blanco que reconoce 'su actuación singular y extraordinaria': Roy Deprado; Rosa María Seara; Sonia Fernández, Luis Antonio Vara; Víctor Manuel Mato; Xosé Manuel González; Manuel García, Rafael Fernández; Roberto Conde; Pablo Bernárdez; Rafael Álvarez y Miguel Ángel Prieto.

Esta condecoración también fue extensible a otros tres hombres ajenos al Cuerpo: el presidente de la Audiencia, Fernando Alañón; el subdirector del Imelga, Julio Jiménez, y el capitán de la Guardia Civil Jesús Gómez.

Asimismo, hubo placas para quienes llevan 35 años vistiendo el uniforme -Antonio Mateo, Antonio Fernández, Antonio González y Manuel Míguez- y cruces por los 25 años de servicio -Jorge Quintela, Martín Sanmamed, José Luis Rodríguez y Xosé Manuel González-.

Las intervenciones giraron en torno a las reflexiones del comisario de Ourense, Amable Valcácel Alonso, sobre la sociología del delito y las abstracciones sobre la utopía de una sociedad perfecta del subdelegado del Gobierno, Roberto Castro.

Valcárcel Alonso, quien se estrenó en el acto de ayer como anfitrión, no pasó por alto los develos que acarrean los bandazos de la estadística en los últimos dos años. Según dijo, 'un elevado número de delito y faltas deriva de actividades de difícil o imposible prevención ya que se producen por múltiples factores'. Entre ellos, mencionó 'las carencias educativas, creencias erróneas o problemas que son consecuencia de la socialización del autor de la infracción'. En este saco, introdujo los delitos relacionados con la violencia machista así como las agresiones, insultos o actos vandálicos atribuidos a los hábitos y modos de diversión de algunos jóvenes. Unas conductas delictivas que relacionó 'con el consumo de alcohol y otras sustancias'.

Asimismo,aprovechó el acto para proclamar intenciones: 'Aspiro a que el ciudadano ourensano sienta más a la policía como su policía' así como fomentar la relación entre vecinos y agentes. En este sentido, alabó a las asociaciones de vecinos y comerciantes -'los ojos y oídos de la ciudad'-, cuya colaboración, según enfatizó, 'es fundamental para la lucha contra la crimininalidad'.

De hecho, en el acto se le hizo entrega de diplomas a Francisco García (preside la asociación Castro de Beiro), Juan Cid (San Breixo) y a Eladio Fernández (asesor de la Federación Limiar) por su colaboración.

Por su parte, Roberto Castro, con varias alusiones al escritor Vargas Llosa, plagó de lirismo la introducción, nudo y desenlace de su discurso para valorar el trabajo policial y sus aspiraciones. De hecho, cerró su intervención con un evocador mensaje sobre la consecución de una sociedad perfecta: ' No seo da noite distráense as estrelas, e tralo ocaso, retoñan con lucidez os suspiros da alba para abrazar os lindeiros do imposible'.

El himno de Galicia y el nacional, en play-back, cerraron el acto con todos los asistentes en pie.

La fiesta de ayer no fue secundada por el Sindicato Unificado de Policía (SUP) en protesta por los sucesivos recortes, tanto laborales como profesionales.

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