La Catedral acogió el acto de entronización del mártir de Damasco Juan Jacobo Fernández

La cúpula franciscana arropó al beato de Piñor

El padre José Carballo bendice la imagen, y a su lado el canónigo José Carlos Fernández Otero. (Foto: Miguel Ángel)
El beato Juan Jacobo Fernández, uno de los mártires de Damasco, asesinado en las tierras sirias en el año 1860, fue ayer entronizado en la Catedral de Ourense, en un acto al que acudieron varios de sus descendientes, y que estuvo arropado por el padre general de los franciscanos, José Carballo, llegado de Roma, y que expresó su orgullo por pertenecer a la misma orden que Fray Juan Jacobo. La figura del beato, obra del escultor Manuel Ramos Corona, reposa en el altar de la nave del Evangelio.
El Papa Pío XI lo beatificó, y 83 años después, en la Catedral de Ourense lo entronizaron. La imagen de Juan Jacobo Fernández, uno de los ocho mártires de Damasco (Siria), asesinados por la minoría religiosa de los drusos en 1860, está des en el altar de la nave del Evangelio del templo ourensano. Fueron varios los descendientes que acudieron al mismo.

El acto de la bendición y entronización de la imagen, obra del escultor Manuel Ramos Corona, estuvo precedido de una ceremonia religiosa presidida por el deán de la catedral, Serafín Marqués Gil. Participaron en la concelebración el padre general de los franciscanos, recientemente reelegido para el cargo, José Carballo; el vicario general de la diócesis, José Estévez, que lo hizo en nombre del obispo; el padre provincial de los franciscanos de la provincia de Santiago, y dos canónigos.

Bajo la conmemoración de la misa de Santiago Apóstol, el deán se refirió en su homilía al beato Juan Jacobo Fernández para ponderar su entrega a Cristo, al tiempo que citaba a los demás santos y beatos ourensanos: San Francisco Blanco y Sebastián de Aparicio, ambos franciscanos; el dominico Pedro Vázquez; el beato Faustino Míguez, fundador de las Calasancias, y los cinco mártires salesianos.

Oficiada la misa, tomó la palabra el padre José Carballo, que no sin emoción se declaró ‘orgulloso de ser vecino de los santos beatos franciscanos, así como de ser gallego a la vez que ourensano’.

Una oración especial

El padre de los franciscanos, que llegó a Ourense desde Roma, donde tiene su sede permanente, reveló que en fechas pasadas visitó Damasco, la tierra donde fue martirizado el beato Juan Jacobo Fernández. ‘Con satisfacción les dije a aquellas gentes’, señaló, ‘que me sentía hermano de los franciscanos ourensanos en los altares’.

Durante el acto fue recitada una oración compuesta expresamente para la entronización.

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