"Dejé de fumar cuando me quedé sin voz y me asusté"

El 32% de la población de entre 15 y 64 años fuma, según el último estudio realizado a nivel estatal. Aunque cada vez la población cuenta con más información sobre lo perjudicial del cigarrillo, y cada vez son más las herramientas (parches, medicamentos, chicles), los sanitarios siguen recordando cada Día Mundial Sin Tabaco, celebrado ayer, las graves consecuencias del hábito tabáquico para la salud. “Nosotros ayudamos a todos nuestros pacientes a dejarlo, se lo aconsejamos y los apoyamos en todo el proceso”, asegura Hugo Gómez, neumólogo del CHUO. El facultativo reconoce que muchos de los que llegan a consulta pidiendo ayuda ya lo han intentado dejar antes. “Se sienten mal, con cierta sensación de fracaso, de no hacer las cosas bien”, explica. Los sanitarios les realizan un test para medir su nivel de adicción y, en base al resultado, comienzan a trabajar de forma conjunta con el paciente. “Ahora mismo el sistema público de salud solo financia medicamentos como champix en personas con una dependencia muy alta y que fuman más de 10 cigarrillos al día”, comenta Gómez. “Nosotros reclamamos que se financie a todo aquel que fuma”, añade. ¿Cómo dejarlo? Lo primero que recomiendan los sanitarios es deshacerse de las cajetillas, así como compartirlo entre el círculo de amistades y familiares. “Que la gente sepa que la persona está tomándoselo en serio y que quiere dejarlo”, apunta Gómez. Las armas más importantes son el acompañamiento (por parte del facultativo, y de personas cercanas) y completar el tratamiento hasta el final. “Normalmente marcamos un mínimo de tres meses para tener más seguridad de que la persona no va a volver a fumar”, resalta. De golpe Sheila Álvarez, Sabela Boo y Elena Carballo dejaron de fumar de golpe y sin ningún tipo de ayuda más allá de su fuerza de voluntad. La decisión fue, en los tres casos, “de la noche para la mañana”. Los motivos, variados. “Fue en una cena con compañeros de trabajo, solo yo fumaba y era un rollo, porque tenía que salir sola a fumar. Me acuerdo que alguien me preguntó cuánto tiempo llevaba fumando y al contestar ‘15 años’ me pareció demasiado tiempo”, cuenta Boo. En el caso de Álvarez y Carballo, fueron los efectos en su salud. “Decidín deixalo porque tiña unha afonía constante, levantábame con malestar na gorxa e pensei que se cadra podía ser beneficioso deixalo”, relata Álvarez. “Yo lo dejé cuando me quedé sin voz, me asusté y dije, se acabó. Llevaba tiempo de tener la voz ronca, de afonías… Llevaba fumando unos cuarenta años, más o menos”, explica Carballo, que aunque ya lo había intentado alguna vez, nunca lo había conseguido. Las tres reconocen que no fue sencillo, sobre todo al inicio y en los encuentros sociales. “Al principio iba siempre con la cajetilla en el bolso por la ansiedad, por si sentía que lo necesitaba, pero al final no hizo falta. La cajetilla de hecho no sé si al mes o así la regalé”, recuerda Carballo. “Muchos de mis amigos fuman y los fines de semana, al venir a Ourense, me resultaba muy difícil. Tuve suerte, que con la pandemia se redujo la vida social”, señala Boo, que lo dejó hace año y medio. Pese a las dificultades, reto conseguido. “A mí me ayudó ir guardando el dinero para luego hacer un viaje. Cada vez que metía dinero en la hucha me sentía orgullosa de mí”, reconoce Carballo. “Eu recoméndoo moito, non volvín levantarme con afonías”, explica Álvarez. “Aunque a veces me acuerde, sobre todo cuanto tengo estrés, merece la pena tanto por salud como para el bolsillo”, asegura Boo.