REPORTAJE

El día en que se salvó la capilla del Santo Cristo

20190504150628415_resultado
photo_camera Un bombero en el incendio de la capilla del Santo Cristo, en 1995.

En caso de incendio, la catedral de San Martiño es segura, no hay techumbres de madera. La parte sensible está en los retablos. En 1995, hubo un incendio en la capilla del Santo Cristo.

Prohibido entrar, estamos restaurando”; estaban. Después de siete meses trabajando, los tres operarios de la empresa zamorana Rearasa apuraban tiempos para finalizar las labores de remozado de la capilla del Santo Cristo, el lugar por centímetro cuadrado más concentrado de barroco de toda la catedral. Acababan de dar las seis, de un 4 de julio de 1995; se respiraba bochorno, como tantas tardes de canícula ourensana. 

20190504150628556_resultadoLos operarios se afanaban en una batalla contra el tiempo y la carcoma; los lienzos de Peti Bander junto con la escultura barroca del conjunto, obra encargada a Castro Canseco en el s.XVIII, permanecían en Zamora en el taller, pendientes de otra restauración; casi un alivio. La instalación eléctrica era un desastre, el cambio, ya adjudicado, se iba a producir en unos días. Todo el suelo era un sembrado de plásticos, también las rejas de la bella puerta de entrada. Saltaron chispas, también entre las partes. El entonces fabriquero de la catedral, Luis Ramos, dijo que el origen estaba en los cables de los restauradores.

Ellos culparon a la inadecuada instalación eléctrica. El chispazo real alcanzó el plástico, el contacto con el disolvente propició una inmediata llamarada en el peor de los escenarios, un polvorín de madera tallada y pigmentos. Los restauradores estaban subidos al andamio; el acceso era una especie de escalera de caracol. Uno de ellos, Carlos Javier Alonso, apercibió el accidente y se avalanzó sobre un extintor. La zona afectada, por suerte, estaba alejada del núcleo escenográfico de los alabados capítulos de la vida y el misterio de Cristo, ideados por el maestro Canseco; todo ocurrió junto al enrejado de la puerta de entrada, también recubierto en plástico. Las llamas alcanzaron una talla de San Pablo y afectaron al coro. El restaurador, extintor en mano, se afanaba en que las llamas no revertieran hacia dentro; en uno de los lances resultó quemado en el rostro y en las manos; sus compañeras entraron en shock. De fondo las sirenas de los bomberos: "Incendio en la catedral”. La intervención de la Policía Local y los bomberos fue inmediata, 20 minutos de llamas; toda la catedral era una extensa capa de humo. La capilla era un conjunto de tallas ennegrecidas, salvo aquellos retablos tapados en el momento del incidente. Aquella noche las puertas de la catedral quedarían abiertas, con la policía local custodiando el templo.


Inauguración


Las obras remataron dos meses más tarde; el pan de oro del conjunto volvió a lucir en todo su esplendor. En la inauguración, presidida por el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y de Caixa Ourense, David Ferrer, quienes sufragaron las obras, intervino la Coral De Ruada y se leyó el poema “Cristo do Amor”, de Pura Vázquez. 

20190504150629947_resultadoEra también julio, 28 de julio de 2010. 6,48 horas. Un transeúnte dio la voz de alarma: “Arde la capilla de Os Remedios”. Como un resorte en un mal despertar, otra voz al otro lado del auricular se hacía eco del drama. Al llegar, sin aliento y sin cuerpo, los destellos luminosos de los operativos certificaban el mal sueño. El fuego “accidental” mandó al carajo cinco siglos de historia. “Un cortocircuito”, aunque durante mucho tiempo se insinuaron otras causas. El fuego arrasó la techumbre, dos retablos laterales del s.XVII y la siempre venerada imagen de la virgen, que cuando la vimos restaurada casi nos da un disgusto. De las llamas se salvó el sepulcro de mármol del benefactor, la familia Montoto, por ser de piedra.

Las llamas, en combustión con las maderas y ornamentos, con la pátina del tiempo y los pigmentos, lo redujo todo a cenizas. Durante mucho tiempo, la tristeza y el desánimo se intensificaron al pasar por el lugar. Tras años de vicisitudes, la restauración de la capilla, se inauguró un 29 de agosto, bendecida por el obispo de Ourense, Leonardo Lemos. En la talla pétrea de la virgen de la fachada, aún se aprecian restos del humo. 


Reformas


En este cuarto de siglo transcurrido desde los avatares del incendio del Santo Cristo, la catedral ha vivido notables mejoras y reformas, entre ellas la del sistema eléctrico, rematado en septiembre. “O problema sensible que temos para unha emerxencia de incendio serían os retablos; a catedral é en pedra, non hai teitos de madeira. No retablo maior, na capela do Santo Cristo, sacamos todo o cableado, e o que hai está actualizado”, comenta el actual deán José Pérez Domínguez. Hoy está prohibido cualquier tipo de cirio encendido en el templo, sólo durante la novena al Santo Cristo se permiten unos pocos sobre la piedra de la entrada, frente a la capilla que se apagan al rematar la jornada. 

¿Seguros? “Todos os templos da diócese está asegurados; pero se arde que fas co seguro”. Nada.  También hay alarmas y cámaras de seguridad de vigilancia las 24 horas, algo por ley exigido en este tipo de recintos. “Ás veces son os turistas os que veñen con mochilas ou bolsas. Temos ordenado que deixen todo na entrada”, añade.

Hay templos ya con puertas anti pánico, de apertura hacia el exterior. En el caso de Ourense, dado el número de entradas existentes, sería una inversión notable; “na medida en que toque restaurar as portas é unha opción a valorar”.

En la catedral se han vivido numerosas reformas, muchas para restar las humedades. Tras devolver su aspecto a las terrazas, hoy visibles. La medida, más estética y natural, hizo proliferar las humedades. Todo ello está subsanado, después de múltiples reformas e inversiones. Todo -según el deán- salvo el cimborrio, donde es habitual la proliferación de arenas y restos sobre el altar mayor. Será otro capítulo. 

                    20190504150626822_resultado

Te puede interesar