La economía se vacuna: persiste la cautela pero con fe en la reactivación

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Los agentes sociales de Ourense ven indicadores positivos para el segundo semestre gracias a la evolución sanitaria

¿Habrá recuperación económica en el segundo semestre? Sí, en la medida que la situación sanitaria la impulse. Esa es la única certeza, porque a partir de ahí todos son cautelas , aunque en un tono mucho más esperanzador que los últimos meses. Representantes de diferentes colectivos sociales de la provincia adelantan un escenario menos cruento, pero con algunas incógnitas: si habrá alivio de los ERTE, si las empresas tendrán músculo financiero, si hay capacidad de mejora de los salarios, qué será de los fondos europeos o si sectores como el comercio y la hostelería son capaces de remontar. 

El verano será un buen termómetro para analizar estos últimos factores. “El turismo hará que otros sectores se vayan reactivando”, opina Marisol Nóvoa, presidenta de la Confederación de Empresarios de Ourense (CEO). 

En una línea similar se expresa David Martínez, presidente del colectivo de profesionales autónomos, que aventura que la hostelería y el turismo volverán “de forma lenta”. Andrés Mazaira, coordinador del Observatorio Económico Ourensán, suscribe un escenario “optimista, basado en el consumo nacional que se quedará en nuestro país, lo que compensará el descenso del turismo extranjero”. 

Pero la actividad parte de un indicador de extrema debilidad por culpa de la parálisis de los últimos meses. Ana Barrios, secretaria comarcal de Comisiones Obreras, apunta que el gremio de los servicios “é un dos máis castigados pola crise sanitaria” y que, en la medida en la que se recupere, “só nos vai a situar no mesmo esceario anterior á pandemia”, lo que ve insuficiente desde el punto de vista de las garantías laborales: “Hay que lograr unha recuperación sólida e efectiva”, subraya.

Otra cosa es la suerte que correrá el comercio, cuya situación trasciende a la pandemia. Andrés Castro espera ver “cómo adapta su modelo de negocio a la digitalización y las preferencias del consumidor”. David Martínez ya lo ve como “el gran perjudicado” por el “cambio estructural ya que muchos establecimientos dejarán de ser puntos de distribución de proximidad al ser sustituidos por el comercio electrónico”.

Contexto general

Desde el punto de vista general, José Antonio Rodríguez, presidente de los empresarios del polígono de San Cibrao, es optimista por cuanto ve que “la intensidad de esa mejora será mayor y más rápida de lo que muchos preveían”. Anticipa que muchas empresas y familias habían congelado sus planes de inversión, que ahora se reactivarán”. Sin embargo, hay matices. Marisol Nóvoa, presidenta de la CEO, alude a que “no ayudará a la recuperación que se suban los impuestos o se penalice el consumo con una tarificación de la luz que supondrá un importan aumento a final de mes”.

Carmen Sampayo, decana del Colegio de Economistas, reclama un marco fiscal y regulatorio  que corrija la excesiva dependencia que empresas y autónomos tienen de la financiación bancaria”, proponiendo  otras figuras de financiación “provinientes de inversores particulares y de instituciones”. Sampayo también pide un crecimiento “inclusivo”, ya que la crisis se está cebando “en especial en mujeres y jóvenes”.  En la perspectiva social Ana Barrios también demanda “un escudo social porque non se pode deixar a ninguén atrás”.

Pese a la crisis, las exportaciones vuelven, la producción industrial acelera, el consumo de cemento aumenta o los pagos con tarjeta mejoran. Son claves valoradas por Andrés Mazaira, que ve como el sector agroalimentario mantiene el pulso. Tanto él como el resto de fuentes esperan que los ERTE no se conviertan en ERE y que los fondos europeos  impulsen actividades estratégicas.

Insolvencia, un borrón para la recuperación

Todos los agentes sociales fían a la evolución de la vacuna la recuperación económica. Sin la primera no se producirá la segunda. El ritmo de inoculación mejora la hipótesis de que las actividades remontarán el vuelo. Sin embargo, hay mucha tensión en las empresas. El agotamiento financiero de muchas empresas puede abocar a suspensiones de empleo, insolvencias y declaración de concurso de acreedores los próximos meses.

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