Elena Vázquez: "Los matemáticos consiguen empleo en empresas de todo el mundo"

Elena Vázquez, decana de la única Facultad de Matemáticas de Galicia, la de Santiago de Compostela, nunca olvidó sus orígenes ourensanos. Y es que su vocación creció desde muy pequeña gracias a los docentes del Colegio Sueiro primero y a los del IES As Lagoas después, cuya influencia aún tiene muy presente. Ahora, cuando el Gobierno plantea una nueva reforma educativa que pone sobre la mesa una nueva visión de las Matemáticas, la cual añade enfoques “socioemocionales” e incluso la llamada perspectiva de género, se ha levantado una polémica al respecto a la que Vázquez responde amparada en su experiencia. Además, analiza las dificultades de esta rama del saber, así como las nuevas oportunidades que puede traer a la provincia, y reivindica el papel de las mujeres en dicho ámbito. Vázquez recuerda con orgullo que, a pesar de las dificultades de la época, en la primera orla de la facultad compostelana, en los años 50, de los seis alumnos titulados cinco eran mujeres. ¿Qué opina de la reforma educativa anunciada y de cómo puede afectar al aprendizaje de las Matemáticas? Que la parte emocional, por ejemplo cuando conoces referentes históricos y te identificas con ellos, siempre es importante, y ayuda a que la gente te escuche. Esto abre puertas al entendimiento, porque sintonizas la misma frecuencia. Pero hay gente que, cada vez que escucha la palabra género, se pone una vacuna y queda a la defensiva. Poner el foco en el porqué de las Matemáticas no hace que pierdan fuerza. Eso sí, tienen un componente de trabajo y perseverancia que no se puede simplificar, pero al aportarles contexto se vuelven más próximas y entendibles sin restarles valor. ¿Las “mates” generan ansiedad? Puede verse como afecta a algunos niños, sobre todo en la actualidad, porque están acostumbrados a conseguir las cosas con rapidez. En los problemas matemáticos, a veces tienes que trabajar el control de la frustración, y te ves obligado a dejar páginas en blanco. También observamos que la sociedad educa a las niñas en un mayor perfeccionismo que a las niños. A ellos les haces una pregunta, la responden y si están en lo correcto se alegran y si no, no pasa nada. En cambio, las chicas acusan a menudo el síndrome del impostor (incapacidad de valorar los propios logros), y no se deciden a intervenir en la clase por el temor a equivocarse. Tenemos que normalizar los errores, es uno de los grandes retos de la educación. En esta sociedad del “Me gusta”, parece que todo se consigue a la primera. "Siempre me gustaron las matemáticas, pero si no fuera por mis profesores del IES As Lagoas, nunca habría llegado a ser decana" ¿Cómo fue su primer contacto con esta ciencia? Siempre me gustaron las Matemáticas, tengo recuerdos muy dulces. Estudié en el Colegio Sueiro, en la Alameda, y tuve docentes fantásticos. Luego recalé en el IES de As Lagoas. Allí me impartió clase de Física José María Arias, un comunicador espectacular. De hecho, mi intención era estudiar Física, pero acabé “girando” hacia las Matemáticas, especializándome después en la Matemática Aplicada. Sin los profesores del IES As Lagoas, nunca habría llegado a ser decana. ¿Son las Matemáticas una herramienta contra el negacionismo del covid? Sí, porque sirven para entender la vida y que no te timen con “estadísticas” ni falacias. Gente que hasta ahora tomaba medicamentos de todo tipo sin mirar el prospecto, ahora hace dos cuentas mal en busca de respuestas pseudocientíficas. Es necesario que todo el mundo conozca los conceptos básicos de los números y sepa leer las gráficas o interpretar un valor máximo y uno mínimo: debemos intentar que, desde niños, se vea a las matemáticas como una herramienta para construir el mundo. ¿Teme que la crisis provoque una reducción de fondos para la investigación? Con toda la que está cayendo, es entendible que se priorice la parte médica. No obstante, para desarrollar la IA y algoritmos que ayudan a mejorar el servicio sanitario, son indispensables las Matemáticas. Espero que esto no provoque que se reduzcan fondos, tanto en la investigación aplicada como en la teórica, que también acaba teniendo su aplicación práctica. En este sentido, se acaba de constituir el Centro de Investigación y Tecnología Matemática de Galicia (CITMAga), que ya publicó sus estatutos para la transformación matemática de la industria. ¿Puede esta ciencia relanzar la industria ourensana? Es una oportunidad. Yo fui alumna de Alfonso Amorín, quien puso en marcha la empresa de software Edisa, con sede en el Parque Tecnolóxico de Galicia. Es uno de los mayores matemáticos emprendedores que conozco, y creó programas informáticos para la industria de la pizarra. Hay que apostar por la tecnología, aunque no se vea el resultado en tres días. Por parte de las instituciones, cualquier puesta en valor en ciencia y cultura es síntoma de inteligencia, no ya artificial, sino natural y política. En estos momentos, los matemáticos encuentran empleo en empresas de todo el mundo. Valoran tenerlos entre sus filas porque, como los problemas no les dan miedo, pueden hacer ganar mucho dinero a las compañías. ¿Qué opina sobre la polémica con editoriales como MDPI, donde hay quien duda de sus procesos de revisión y las acusa de “depredadoras”? Los pagos a priori pueden traer dificultades, ya que, al pasar a ser cliente, el proceso podría perder rigor. Pero todo depende de cómo actuemos, tanto autores como revisores. De nuevo, se muestra la importancia de una educación en valores, y del sentido de la ética de cada persona.