Los ladrones bloquearon con piedras el acceso a su casa, cortaron las líneas eléctrica y telefónica del pueblo, rajaron los colchones y revolvieron armarios hasta encontrar 1.250 euros

Tres encapuchados asaltan a una anciana en Trasmiras

Carmen Rivero, en la bodega en la bodega en la que los ladrones robaron los chorizos y las galletas. (Foto: Marcos Atrio)
Tres hombres con el rostro cubierto con capuchas asaltaron en la madrugada de ayer a una mujer, Carmen Rivero Fernández, de 82 años, en su domicilio de la localidad de Silvaescura (Trasmiras). Este es el cuarto asalto que sufre la mujer por parte de personas encapuchadas en los últimos 10 años, según ella misma precisó tras este último asalto.
En esta ocasión, los ladrones accedieron a la vivienda, según fuentes de la Guardia Civil, a través de una pista forestal que cruza por una zona boscosa. Después cortaron la luz, el teléfono y colocaron piedras en el principal acceso a la casa, desde la carretera que enlaza Vilar de Lebres y Trasmiras, con el objetivo de que ningún conductor pudiera llegar al lugar mientras perpetraban el robo.

Los tres encapuchados, según relató después Carmen Rivero, entraron en la casa pasadas las 12 de la noche, destrozando la puerta. 'Ya estaba en cama y escuché como arrancaban la puerta, pero cuando quise levantarme ya estaban en la habitación', aseguró. Uno de los encapuchados le impidió salir del dormitorio y se quedó con ella, mientras los otros dos revolvían toda la vivienda a la búsqueda de dinero. 'Con una navaja rajaron los colchones y almohadas que había en las habitaciones. Vaciaron todos los armarios y mesillas de noche hasta que encontraron los 1.250 euros que tenía en guardados', lamentó la octogenaria.

En el pueblo sólo viven Carmen Rivero y otro vecino, cuya casa está a unos 200 metros. La mujer sabía que no podía pedir auxilio y siguió todas las indicaciones de los tres encapuchados, que una vez conseguido el botín, la dejaron, no sin antes 'amenazarme con que, si los denunciaba, volverían a por mí y me matarían. El que estaba conmigo en la habitación era bajo y los otros dos, más altos', explicó la víctima, que no reconoció en ellos a nadie conocido. 'No llegaron a pegarme, aunque uno aún me dio un pequeño golpe en la cara para que me callara', añadió.

Los ladrones, antes de abandonar el pueblo, forzaron la puerta de otra casa que Carmen Rivero utiliza como bodega y cocina. Allí se apoderaron de chorizos y una caja de galletas, que comieron en la calle.

La octogenaria, que es soltera y reside sola, dice que pasó miedo y, tras el robo, intentó alertar a la Guardia Civil, pero se percató de que habían cortado la línea telefónica. Al final, y sin poder pegar ojo en toda en la noche, esperó a que llegara el día para avisar a su convecino de lo sucedido.

Agentes de la Guardia Civil realizaron una inspección ocular en la vivienda con el objetivo de encontrar huellas o pistas que permitan identificar a los ladrones. Los agentes centran las pesquisas en vecinos de los pueblos colindantes y personas que puedan conocer a la octogenaria ante la sospecha de que ya sabían que estaba sola y que tenía dinero en la casa, que es de construcción antigua y está rodeada de arboleda.

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