Con Eugenio Montes en Ourense, y su relación con Paz-Andrade

A lo largo del extenso trato que mantuve en Vigo con el abogado, periodista y galeguista Valentín Paz-Andrade, en su casa de Samil, pude disfrutar del relato de su vida y de la serie de personajes y situaciones vividas desde su temprana juventud. Una de las revelaciones que más me sorprendieron de aquel periodo fue su coincidencia con Eugenio Montes, con quien siempre mantuvo contacto y amistad, pese a la sideral distancia que los separaría en otros aspectos substantivos, pero coincidente en el amor inteligente a Galicia y a su cultura. Un día, Paz-Andrade me contó que en un tiempo lejano él mismo y el joven Eugenio Montes coincidieron en un mitin galeguista antes de la guerra civil, donde creo recordar que estaría también Otero Pedrayo y el mismo Castelao. Recuerdo que Paz-Andrade me dijo: “Entonces estaba con nosotros, pero luego cambió”. No he visto luego referencias a este hecho, pero que doy por bueno en cuanto a la coincidencia de ambos en un acto galeguista, pero no parece contradictorio con uno de los perfiles de nuestro personaje y su propia obra en gallego. No conocía yo esta historia y no tuve por tanto ocasión de preguntarle a Eugenio Montes cuando lo entrevisté en el hotel San Martín, en abril de 1970. El autor de “O vello mariñeiro toma o sol e outros contos”, vininiera a Ourense para dar una conferencia sobre un asunto del que escribiría mucho: los antepasados gallegos de Cervantes. Creo recordar que lo invitara el Ayuntamiento y desde luego fui testigo de las atenciones con que fue tratado. No conocía yo entonces la historia que me revelaría Paz-Andrade, ni tampoco su amistad con Blanco Amor, a quien ayudó, cosa conocida, para que publicaran sus artículos en “ABC” o “La Vanguardia”. En la entrevista que difundiera por radio y publiqué en prensa, Eugenio Montes me contó la enorme satisfacción que sentía cada vez que venía a Ourense, con estas palabras que reproduzco ad littteram: “Aunque nací en Vigo, toda mi familia es de estirpe orensana. En Orense se ha pasado mi infancia y mi adolescencia. Este es el pueblo que llevo dentro. Puedo decir que me halle donde me halle y escriba sobre lo que escriba siempre tengo como fondo la catedral de Orense y un balcón de la calle Juan de Austria desde donde yo veía el Pórtico de la Gloria” (entiendo que se refería al pórtico del Paraíso de la catedral ourensana). Aquella histórica conferencia atrajo y polarizó la atención de los orensanos por completo, dado lo sugestivo de su título “Cervantes, descendiente de gallegos”. Según Montes, en el “Memorial de Linajes ilistres de España”, de Juan de Mena, se dice que la familia “Cervantes” procede de Celanova, de ella proviene el autor del Quijote y no de otra. Dijo Eugenio Montes entonces: “El primero de la familia que sale de Celanova asiste a la toma de Toledo, siendo su hijo alcalde de la imperial ciudad. Años más tarde enlaza la familia Cervantes con la Saavedra. No es que Miguel de Cervantes llevase este apellido por su padre, y Saavedra por su madre, no. Su madre se apellidaba Cortiñas, apellido que jamás utiliza él ni sus hermanos. Una parte de la familia Saavedra, se había establecido en la parte norte de la provincia de Lugo, en Becerreá. Con ello los orígenes por línea directa del Manco de Lepanto proceden íntegramente de familias gallegas. La palabra Saavedra significa luego «hábito verde», por lo cual aparece en el Quijote, el caballero del verde gabán. Con toda seguridad es porque tiene presente el significado de la palabra Saavedra”. Destacaba Montes que Cervantes, a lo largo de su obra literaria demuestra en todo momento un gran respeto por la tierra de sus antepasados. Caso concreto es el capítulo del “Quijote” que luego rectificaría, suprimiendo la denominación de los “arrieros gallegos” por yangüeses, ya que estima que la acción de estos arrieros es demasiado innoble para atribuirla a los hijos de la tierra de sus antepasados. Concluía Montes: “Pero más que todo esto lo que me importa subrayar que el sentido de humor que nace en Cervantes, y que Luego nadie ha superado, corresponde a todas las características de la sicología gallega. Una actitud que en vez de la risa prefiere la sonrisa, y que la sonrisa está embebida por una lágrima, por un sentido de humanidad y por un volcar su propia vida y reirse de ella, y esto corresponde absolutamente a todos los datos de la actitud gallega ante la vida y la grandeza del «Quijote»”. Por cierto, que, entonces, cosa que lamenté luego, estamos en 1970, no me atreví a preguntarle si era verdad que evitó las represalias que amenazaran a don Ramón Otero Pedrayo, dado su posición destacada dentro del régimen de Franco. Algunos estudiosos trazan en ese sentido tantos a favor de la ayuda que Montes prestara a otros perseguidos con quien compartiera expresiones de galleguidad en su juventud, como recordaba Paz-Andrade.