OURENSE DE AYER

La explanada perdida

ESTAC

La explanada (sin mas nombre que ese) comenzó en su día siendo la zona ideal de los juegos de la rapazada de la margen derecha del Miño, antes incluso de ser adoquinada en época de construcción de la estación.

Aquella explanada, a la cual daba la fachada exterior el edificio principal de la Estación Empalme, si de algún modo pasaba desapercibida era por su actividad rutinaria, ya que su cometido estaba meridianamente claro desde que la estación se había inaugurado: la llegada y trasvase de pasajeros en automóvil a tomar un tren, o el trasiego de viajeros hacia la ocupación de un vehículo para el traslado a cualquier punto de la ciudad. Hasta aquí todo más o menos claro. Pero había más circunstancias sobre el sitio a lo largo de más de 60 años en que la estación ferroviaria llevaba en funcionamiento.

No voy a decir que el espacio tenía impronta de entrañabilidad, o un lugar de referencia como sucede en la antesala exterior de las estaciones de otras ciudades españolas que conozco, tampoco es eso; pero, desde luego, sí quiero expresar que con su supresión, que por transformación para otros cometidos se nota, perdió el caché que tenía. Y digo “su supresión” por que como espaciosa plaza era idónea para otras cosas de las que los orensanos se beneficiaban, y eso dejó de existir.

La explanada (sin mas nombre que ese) comenzó en su día siendo la zona ideal de los juegos de la rapazada de la margen derecha del Miño, antes incluso de ser adoquinada en época de construcción de la estación. Y cuando se urbanizó su suelo y se colocaron los jardinillos y asientos de granito, pasó a ser lugar de reuniones de bañeses foráneos en sus horas de ocio en jornadas matutinas. Estaban hospedados en fondas o casas particulares de A Ponte o As Caldas, y tras dormir una buena siesta, allí se juntaban en grupos para parrafear contándose mutuamente los extraordinarios beneficios del agua del Tinteiro y Las Charcas, antes de que fuera la hora de la cena en sus diversos alojamientos. Allí se concentró tal vez el mayor contingente de personas de la ciudad aquella media tarde del 23 de septiembre de 1952 para aplaudir (por orden gubernativa) el discurso de Franco en la ceremonia de inauguración de la estación. 

Pero la Explanada era utilizada además para otra serie de eventos por los que más es recordada, aparte de todo lo mencionado. En las fiestas de Santiago cada mes de julio era apropiada para montar carruseles, tómbolas, barracas, etc. Fue también lugar de salida y meta de la correspondiente carrera ciclista, que cada año era preceptiva en los festejos; se celebraban yincanas motoristas, y diversos espectáculos de entretenimiento y participación de niños. Allí fuimos espectadores de como Estanislao Reverter manejaba un Dodge Dart, haciendo círculos sobre dos ruedas laterales alrededor y ceñido al poste central de la plaza, el del reloj. Estaba todo el mundo con la boca abierta. Llegaron a jugarse partidos de balonmano y baloncesto entre los equipos de Layton y A Ponte, que atraía a numerosos orensanos.

Pero no quiero dejar de mencionar que al fondo, más próximo a La Guardesa, se montaba además el consabido palco de madera para alojar a las mejores orquestas de Galicia, que durante las noches de fiesta protagonizaban las extraordinarias verbenas que duraban hasta el amanecer del día siguiente. Siempre demostró ser buena la predisposición y colaboración de Renfe con las comisiones de festejos de los saraos de Santiago, facilitando que el susodicho espacio estuviera a disposición total, para ser lugar de disfrute y regocijo de pontinos y orensanos. Era el lugar ideal, y hasta nos parecía grande.

Hoy se añora sin duda, al darnos cuenta de que el usufructo de aquel sitio se ha perdido; me da pena, como seguramente a muchos ciudadanos que peinamos canas, y sobre todo a quienes hemos visto poner de pie el poste del reloj de cuatro caras en el centro de la plaza en aquellos primeros meses del 52, y que no les estorbaba tanto. Tampoco lo han respetado ni como simbólico, y lo han echado al suelo.

Los barrios ubicados en la zona del antiguo Ayuntamiento de Canedo perdieron con el paso de los años una superficie que usufructuaban como espacio multiusos, y que el Concello orensano no supo defender en estancias superiores, cuando Renfe decidió deshacerse de parte del patrimonio. ¡Qué lástima! De un plumazo han ido “escarallando” la diáfana plaza. Primero llenándola de pirulos, con prohibiciones de todo tipo, pero eso sí, autorizando espacio para importantes empresas de alquiler de coches. Y luego ya se decidieron a tirar el muro que limitaba con los muelles de P.V. (pequeña velocidad), para ampliar el negocio y montar aparcamientos de superficie que era más rentable.

Los pasos hacia la prosperidad van menguando día a día los espacios, contando únicamente con el criterio de rentabilidad económica. Escasamente se cuenta con aspectos sociales que aporten agradabilidad y servicio a los ciudadanos. Permítanme que una vez más acabe este artículo con la misma frase con la que lo hago algunas otras veces: “Con el transcurso del tiempo, todo retrocede con absoluta normalidad”.

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