La familia abandonó discretamente Maceda y los vecinos presentes evidenciaron su rechazo

Tras la apertura de la puerta, dos operarios se encargan  de cambiar la cerradura.
Faltaban apenas unos minutos para las cinco de la tarde cuando Celsa Rodríguez dejaba a un lado dos meses de reclusión voluntaria y en condiciones extremas por falta de agua y electricidad en el castillo de Maceda. Muy lejos de sus intereses, se subió al coche que su hijo atravesó en la puerta de la fortaleza con la cabeza gacha y sin dar la cara. La arropaban tres de su hijos, pero fue despedida por un grupo de vecinos con un sarcástico ’buen viaje’ y entre aplausos. Estos sí se sentían ganadores.
Entre aplausos y un sentido ’buen viaje’ que sonó muy lejos de un verdadero deseo y más bien cerca de una sarcástica despedida. Así dijeron ’adiós’ a la familia de Palomanes los vecinos que ayer se concentraron ante la puerta del castillo de Maceda para seguir de cerca el desalojo de una fortaleza que llevaban casi dos meses reclamando como bien del pueblo y propiedad de todos los macedanos.

Después de 56 días de reclusión voluntaria en el edificio más emblemático de la villa y después de haber luchado contra la adversidad de soportar la práctica totalidad de los días sin suministro de agua y el último mes también sin el servicio eléctrico, Celsa Rodríguez cesó de su reivindicación (previa orden judicial) saliendo por la puerta del castillo con la cabeza gacha, sin dar la cara y tratando de esquivar en todo momento el objetivo de las cámaras. Aunque arropada por tres de sus hijos, la imagen resultó descorazonadora. ’No fondo dame pena ver a señora como saiu do castelo como si fora unha delincuente, que non o é, e tendo que pasar por este maltrago por non atender as miñas advertencias de que saira polas boas e de forma voluntaria’, lamentó Xabier Oviedo. Y tal vez queriendo desterrar esa imagen, las únicas palabras de la mujer (dirigidas al público en general pues en ningún momento ni ella ni nadie de la familia allí presente quiso hacer declaraciones a la prensa) mientras atravesa el umbral de la puerta fueron escuetas y explicativas: ’Non estou facendo nada malo, pero nunca me fixeron unha foto’, murmuraba en voz alta.

Faltaban apenas unos minutos para las cinco de la tarde cuando esta batalla (que no la guerra), llegó a su fin. Tan sólo unos minutos antes, uno de sus hijos había aparecido por el castillo y estacionado el coche que llevaría a toda la familia de regreso a casa en la mismísima puerta de la fortaleza para evitar el mayor número de curiosos posibles y intentando conseguir intimidad en un conflicto que se convirtió en mediático desde el primer momento. Maletas y bolsas repletas de pertenencias fueron sus acompañantes en el camino de regreso. Otras tantas, quedaron en el interior y evidenciaban los restos de una vida de dos meses entre las paredes de la fortaleza macedana.

Puesta a punto

Y mientras la familia del empresario Ignacio Palomanes perdía el contacto con el castillo de Maceda, el Concello iniciaba el camino inverso. Tras recobrar el uso y disfrute de la fortaleza, dos operarios evidenciaron el cambio de ’dueños’ dotando a la edificación de una nueva cerradura en su puerta principal. Acto seguido, el alcalde y el secretario municipal iniciaron el itinerario por el castillo para proceder al pertinente inventario de bienes. Pese a todo, los vecinos que fueron testigos del desalojo se quedaron con las ganas de poder entrar a visitar su emblemática fortaleza. Se agolparon en la puerta anhelando acceder al interior (casi como un símbolo de reconquista), pero las visitas de personas del exterior no podrán retomarse hasta que el inventario haya llegado a su fin.

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