Crónica

El feísmo rodea, de norte a sur, el Puente Romano

La valla cumplió el pasado mes de julio tres años (JOSÉ PAZ).
photo_camera La valla cumplió el pasado mes de julio tres años (JOSÉ PAZ).

La carta de presentación del monumento más emblemático de la ciudad no tiene desperdicio: vallas, parches de asfalto, cemento e, incluso, construcciones abandonadas saludan a los viandantes desde hacemeses (y también años).

El Puente Romano acumula feísmos en su alrededor desde hace años. El monumento más emblemático de la ciudad presenta una estampa muy poco atractiva: parches de asfalto, cemento, vallas, obras y construcciones abandonadas saludan a ourensanos y turistas que lo cruzan cada día. 

Mientras, muchos se preguntan dónde están las administraciones, que parecen mirar hacia otro lado.

EDIFICIO ABANDONADO

Desde que en diciembre de 2019 la Xunta trasladó la Oficina de Turismo a la rúa Concello, las instalaciones ubicadas en la entrada sur del Puente Romano quedaron vacías. Aunque en varias ocasiones se planteó la posibilidad de ocupar el espacio con otros servicios, por ahora, la construcción permanece cerrada a cal y canto. 

El entorno del edificio muestra síntomas del deterioro de los últimos años y cada vez son más las pintadas que se acumulan en su fachada. 

CEMENTO

El pasado mes de junio, el Concello realizó obras en la entrada sur del Puente para poner solución a los numerosos baches situados en la salida de vehículos del colegio Salesianos. Los adoquines fueron levantados y, en su lugar, se colocó una plancha de cemento. La solución era de tipo “temporal”, aunque cumplirá pronto tres meses.

Desde Patrimonio, quien autorizó la intervención, aseguran que la plancha será remendada en las próximas semanas.

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OBRAS

En octubre de 2020 arrancaron las obras de mejora del entorno del Puente, que ocupan desde entonces el margen izquierdo de la entrada sur. Las obras, según la previsión de la Xunta, deberían estar acabadas antes de que finalice el verano.

PARCHES

La entrada norte también sufrió obras recientemente, para cubrir un boquete en los adoquines. La intervención se cubrió con los mismos materiales, pero el aspecto final no es uniforme en la zona de asfalto: el parche salta a la vista.

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LA ACERA SIN DUEÑO

El pasado julio, la valla que cubre la acera anexa al Puente, situada en la entrada norte, cumplió tres años. Lo que parecía una obra sencilla se convirtió en la del Escorial: mientras el riesgo de hundimiento continúa, las administraciones se pasan la responsabilidad. Una sentencia judicial reconoció en junio que la acera no pertenece al Concello, pero no asegura que sea propiedad de la Xunta.

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