Una noche de patrulla

La fiesta en Ourense es impermeable

La Policía Local se enfrenta ahora a más llamadas por ruido que a peleas y trifulcas en las calles. En la noche del sábado los pubs ourensanos hicieron pleno -con colas incluidas- pese a los más de 20 litros que cayeron por metro cuadrado.

Las ganas de fiesta son ajenas a la lluvia. Los más de 22 litros por metro cuadrado que se precipitaron sin pausa durante toda la noche no fueron una excusa para que los ourensanos se pusiesen a la cola del pub. Paraguas, chaqueta o soportal. Soluciones había, el único problema fue la pista deslizante en la que se  convirtió Ourense tras varias horas de lluvia.

Los ocho policías locales que estaban de guardia para vigilar la ciudad recorrieron las calles supervisando los pequeños botellones que se formaron a cubierto, especialmente en la plaza del Trigo. Aunque son pocos para las miles de personas que salieron, la lluvia facilitó su labor. No hubo que precintar zonas descubiertas como As Mercedes ni sacar el camión de agua que durante el verano roció a los más rezagados a la hora del cierre. 

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La Local informó a los propietarios de la hora de cierre.// José Paz

Acompañar a los agentes durante una noche de fiesta es una actividad dinámica. Su labor se centra en controlar que no se acumule gente en las plazas, en supervisar posibles conflictos y peleas -hubo dos conatos poco más tarde de las cuatro de la madrugada-, agilizar el cierre de los establecimientos y, al final, realizar controles de alcohol y drogas a aquellos que puedan conducir perjudicados. Sin embargo, de por medio ocurre lo imprevisible y no queda más remedio que interrumpir la vigilancia para intervenir. Ayer,  las caídas en los Vinos se sucedieron una tras otra. Algunas necesitaron la intervención de una ambulancia por su carácter más grave y, como cada noche, también estuvieron presentes las ingestas de alcohol descontroladas. Cerca de las cuatro, dos policías cogieron por los brazos a un joven que se desmoronó sobre la acera y lo trasladaron a un portal para que no se siguiese mojando. Allí esperaron hasta que lo fueron a buscar. También tuvieron que socorrer a otro que sufrió convulsiones en el suelo. 

Manuel Sánchez fue ayer el oficial al mando de los efectivos. Explicó que las acumulaciones de gente en las afueras de los pubs son lícitas “porque ya no existen restricciones para los no convivientes” y pese a que menos de dos metros hay que utilizar la mascarilla, “hay cosas que son imposibles de controlar”, explica. “Es necesario un poco de sentido común”, añade.  

El botellón es otra actividad que presenta dificultades para disuadir. “A veces no podemos despejar los grupos que se forman porque no están consumiendo. No podemos decirle nada a gente que simplemente está reunida y tiene una bolsa en la mano, eso no es ilegal”, señala Sánchez. 

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Dos agentes ayudan a un joven que se había caído con un ligero botellón de fondo.. // José Paz 

EL PROBLEMA DE LOS PISOS 

Con el botellón en retroceso en la ciudad, el problema se trasvasa a los pisos. Antes, después y durante la noche, los agentes reciben numerosas llamadas de particulares. Desde que la vida universitaria volvió a la ciudad los jueves se convirtieron en el día más puntero. El oficial Sánchez celebra que, pese a su incidencia, “en el 90% de los casos se soluciona con mediación, hablando”. 

Cierto es que las llamadas de particulares influyen en la labor nocturna de la Policía por lo que desde la concejalía de Seguridad Ciudadana se gestionó un aumento de refuerzos para una vigilancia más óptima. Sin embargo, y tal y como señalan algunas voces más críticas, se olvidaron de incrementar la plantilla los jueves. “No damos abasto, a veces nos llaman de pisos pero no hay forma de atender a todo el mundo, muchas veces avisan por ruido y si está ocurriendo algo más grave tienen que esperar”, indica un agente.

Además, algunos apuntan que notan un cierto efecto llamada en los “disturbios” que hubo hace dos semanas en Santiago de Compostela. Cuando cientos de jóvenes se enfrentaron a la policía que intentaba desalojar las inmediaciones de una discoteca. “Se perdió un poco de respeto a la policía, la gente tiene ganas de fiesta y se producen situaciones peligrosas”, explican. 

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Las colas bajo la lluvia.// José Paz

LA CONFUSIÓN DEL FINAL

Las últimas horas de la noche son las más complicadas. La nueva normativa que permite a los locales “dos cunchiñas” abrir hasta las cuatro generó una confusión severa en muchos establecimientos, que  no tienen  las condiciones para hacerlo. Sin embargo, un mero aviso bastó para que los establecimientos se pusiesen manos a la obra y el fin de la noche del sábado no se saldase con grandes incidencias.

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