Ourense no tempo

Ourense no tempo | Fin de año para nostálgicos de los 60

Orquesta Ideal, en La Coruñesa.
photo_camera Orquesta Ideal, en La Coruñesa.

Quizás porque haya sido lo que viví y, por qué no decirlo, porque me lo pasaba muy bien en casa con la familia esos días, siempre me pareció extraño lo de salir de casa en Nochebuena; incluso el día de Navidad, la salida se retrasaba hasta bien entrada la tarde.

Fin de año ya era otra cosa, cenar de nuevo en familia, pero ya con el pensamiento puesto en tomar las uvas a toda prisa y salir corriendo a despedir el año con los amigos de aquellas. Recuerdo que también me extrañaba cuando algún amigo decía que cenaría fuera con la familia. Hoy lo entiendo y algún año también lo hemos hecho, ¿será que nos hacemos mayores y...?

Pero no se trata de ponernos tristes, sino todo lo contrario. Hoy, para que podáis poner en aprietos a los abuelos, os recordaré los locales que ellos frecuentaban esas noches en las que a buen seguro vivieron el que más y el que menos alguna aventurilla que los hará ruborizar.

Como la mayoría sabéis, Ourense ha visto nacer y morir algunas de las mejores y más originales salas de toda Galicia: la grandiosa sala Auria, el espectacular piso 18 de la Torre “del San Martin” y el más que original Parque Airiños. Los dos primeros, desde su apertura se convirtieron en lugar de culto para los matrimonios jóvenes y los solteros con posibles. Sí, que no os extrañe que intente ser tan preciso en la descripción de la clientela, pero es necesario.

Alguno dirá que la flor y nata de la sociedad ourensana se reunía en el Liceo, que competía con las otras sociedades de aquellos tiempos (La Troya, el Orfeón...) y tendrán razón, porque así había sido de manera tradicional y seguiría siendo durante muchos años; pero para otro público (como es lógico con excepciones), los mayores de cincuenta y principalmente los que ya empezaban a tener hijos que pedían salir, los bailes de las sociedades eran visita obligada y durante al menos dos o tres años los jóvenes que se iniciaban lo hacían con verdadero gusto, incluso en la mayoría de casos olvidaban que por los salones andaban sus progenitores en actitud vigilante, pero qué queréis que os diga, hasta esa situación tenía su encanto. ¡Ay si las cortinas del Liceo hablaran!

Bueno, aún no empecé y ya os hablé de las opciones más buscadas en aquellos años. El caso es que Ourense nunca tuvo bien cubierto el sector ocio; aún hoy tiene muchas carencias. Y los salones del Liceo, el Auria y demás “pistas de baile” esos días no llegaban para nada. Eso hacía que muchos restaurantes, incluso cafeterías, se apuntaran a la fiesta y lanzaban sus ofertas, y la verdad es que eran abundantes y variadas, desde la cena con baile, para lo que como se podía se reorganizaban los salones. En este grupo estaba el añorado Coralín, el restaurante Jardín, el Rojo y después estaba el grupo más numeroso, restaurantes y cafeterías que ofrecían sus servicios e incluso en ocasiones lo hacían de manera conjunta: el cenar en uno te daba derecho a tener mesa en el otro. Estos eran restaurantes donde se hacía imposible organizar el baile. En este grupo estaban el Azul y el Alaska, en el Parque; el Buenos Aires (en la calle de ese nombre); el Arco, en calle Reza; el Carroleiro, el Pingallo, el San Miguel y el Monterrey o el Orensano, en Progreso, y las cafeterías que los complementaban eran el Mercantil, Galipán, Miño, Lido, incluso el Stop ofrecía baile en aquellos años.

Por último, estaban las salas donde únicamente se ofrecía baile y música: La Bilbaína, La Coruñesa y, en algunos años, el Airiños, dependía del tiempo.

Aprovechad las cenas navideñas para que os cuenten los abuelos sus andanzas por esos míticos locales y veréis cómo no era tan diferente a nuestros años del Red Pública, Rataplán, Irán, Trolebús, Niton’s, Dayamon, 3A...

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