El fin de los trenes de larga distancia

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photo_camera Expreso Ribeira do Miño con literas. // Carlos Tavares
El directo a Bilbao saldrá mañana por última vez. Se suma a la lista de trenes que ya son historia, como el expreso de Hendaya o el Río Miño. No será el último. En capilla se encuentran los dos únicos trenes nocturnos que quedan. 

El catálogo de trenes que circulan o lo han hecho por las vías de la estación de Ourense Empalme está más lleno de necrológicas que de novedades. Los últimos veinticinco años conforman una crónica en la que el número de trenes desaparecidos superan con creces a los que se han incorporado. En largo recorrido, existe una tendencia a la desaparición de todas las relaciones transversales y los expresos nocturnos. El primero de ellos fue la rama del Surespreso que permitía viajar desde Ourense a Hendaya y París, cuyo último viaje se verificó en la década de 1990. Le siguieron otros como los grandes expresos a Madrid, el Rías Bajas, el Rías Altas, el Río Miño, que se han quedado resumidos en un decadente tren hotel con las prestaciones al mínimo, los precios al máximo (nunca hay ofertas ni descuentos) y un tiempo de viaje más dilatado que hace cuarenta años.

Expreso Ribeira do Miño con literas. // Carlos Tavares

 Coches cama del expreso Rías Bajas.// F.J. Gil

La historia del ocaso de los grandes trenes tiene siempre el mismo guion: primero, se produce un desinterés por parte de Renfe. Se reducen las prestaciones y se eliminan las ofertas. Cuando hay escasez de maquinistas, son los primeros en padecerlo. Llegan los transbordos al autobús en parte de recorrido, las incidencias, las averías... Lo vemos en el tren hotel a Barcelona, una composición que tiene los días contados. En los últimos seis meses acumuló más incidencias que su predecesor, el Shanghai en veinte años. Caro y más lento que el tren hotel Rosalía de Castro de finales del siglo pasado, es un ejemplo de cómo una línea que llegó a tener dos trenes nocturnos y uno de ellos batió el record de viajeros hasta el extremo de que fue necesario desdoblarlo para poder arrastrar tantos vagones, puede caer en picado por una mala gestión. La ecuación es bien sencilla: en aquellas líneas en las que Renfe ha invertido y apostado, el número de usuarios se dispara. Cuando no lo hace, inicia una decadencia que suele preceder el cierre del servicio. 

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El "Shanghai", antiguo expreso a Barcelona. // F.J. Gil

La relación con el País Vasco tiene una historia de 55 años. La solución con la que Renfe sustituye el actual Intercity supone un retroceso en toda regla: ni mejora los tiempos ni la calidad del servicio y además ha cercenado la conexión directa con Bilbao.

Renfe, como Adif, ha puesto todas sus apuestas sobre la alta velocidad. El resto de los servicios vive en Ourense uno de los peores momentos de su historia: menos trenes, falta de personal, falta de mantenimiento de las infraestructuras y del material rodante como si quisieran espantar a la clientela para que el cierre de un servicio pueda justificarse por falta de viajeros. 

Regional Ourense-Puebla de Sanabria. // F.J. Gil

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