El ángulo inverso

Al final del pasillo

Jueves, 4 de mayo

Lo que hay después de la muerte está lleno de polémica. El lunes estuvo en el Foro de este periódico Manuel Sans Segarra, una eminencia sobre este tema. Cirujano y profesor de la Universidad de Barcelona, ha atendido a cientos de personas que entraron en un “estado no local”, es decir, en muerte clínica. Esas personas que, a punto de partir, el doctor con masajes en el corazón y otras técnicas logró regresarlos a la vida. Él sostiene que la muerte no es el final y que existen pruebas científicas que lo demuestran.

Contaré lo que me sucedió en el 83. Por diversas circunstancias, una noche entré en ese estado “no local”. Estaba allí, inconsciente en un sillón, listo para el viaje al otro lado. He investigado mucho y lo que me aconteció es de libro. Te juro, hermano, que allí estaba yo en el largo pasillo luminoso del que hablan todos los que tuvieron esta experiencia. Sentí que a un lado me llamaban vagas voces dulces, algunas reconocí. Allí había luz, belleza y amor.

Pasados unos segundos, comencé a escuchar de este otro lado tenues voces que me llamaban, cada vez más alto. Después de reflexionar sobre lo ocurrido, me convencí de que hubo un instante en que pude decidir a cuál de los dos lados ir. Pero después, hablando con psicoanalistas y doctores, comprendí que no había tal opción, sino que no podía partir porque no había cumplido mi ciclo en la tierra. Que no era el momento de abandonar mi envoltura y regresar. Como dijo el doctor Sans, sólo somos energía que nos presta el Universo.

Las personas que han tenido esa experiencia pierden el miedo a la muerte a la que consideran un paso a una situación mejor. “Nuestra esencia continúa en otra dimensión energética”. Afirma el doctor: “Cuando estaban en esa vivencia, no querían regresar porque presentían que lo del otro lado es mucho mejor. Después, se vuelven altruistas y se despierta en ellos una gran espiritualidad que no tiene que ver con la religiosidad. Definiría su cambio vital con la siguiente frase: en vez de tener, quieren ser”.

Alguien le sugirió que muchos físicos sostienen que esas visiones sólo son alucinaciones por falta de riego en el cerebro. Respondió: “Escuché cómo ‘pacientes que retornaron’ recordaron su vida hasta el más mínimo detalle. Otros experimentaron una salida de su propio cuerpo y lo ven todo desde arriba, se ven a sí mismos. Es más, relatan con precisión todo lo que había en todas las habitaciones del hospital. Otros llegan a ver su vida, futura, pasada y presente. A los pacientes les da vergüenza contar estas experiencias y suelen guardar silencio. Pero algunos, incluso narran que llegaron a abrazarse a sus madres, reconfortándose.

”Inevitablemente es cierto que el método científico ha tenido un gran progreso pero no puede explicar estas vivencias que no tienen una base material. Por eso tenemos que acudir a la física cuántica que explica que es real todo lo que ellos vivieron”.

Advirtió el doctor del peligro de las religiones y sobre todo de los dogmas que trajeron, por ejemplo, la Inquisición o esos kamikazes con bombas atadas a la cintura.

(El gran enemigo de la humanidad es la ignorancia. Quienes mandan, empujan sin cesar para que sólo crezca el ego, nos hacen adictos a la mentira. El ego trae las guerras, el cambio climático, la miseria, desviándonos de un mundo espiritual y eterno. Estamos perdiendo la capacidad de amar y reflexionar. El capitalismo olvida que hay un momento en que todo queda aquí, amigos, dinero, y nuestra esencia vuelve al Cosmos. Por tanto, hay que estar alerta. El ego es lo contrario al amor. Aconsejó el doctor Sans: “Defendámonos pues. Meditad, reflexionad, haced yoga, leed, creced espiritualmente”. Al salir del Foro, pensé en el devenir ahora que las máquinas ya lloran).

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