Reportaje

Los "fornos" en los que podía cocer todo el pueblo

Xunqueira de Espadanedo recrea el "bautismo del barro" con la segunda edición de la Fornada Tradicional

En 1932, el alaricano José Suárez realizó una de las crónicas fotográficas más reconocidas de la historia de Galicia. “Oleiros” era el retrato de un oficio que, hace un siglo, estaba a punto de morir: la alfarería de Niñodaguia. Cien años después, el arte de los cacharreiros resiste. Hoy a las 11,00 horas se celebra la segunda edición de la “Fornada Tradicional”, la manera que tienen los vecinos de esta pequeña localidad de la Ribeira Sacra de conservar su memoria y mirar hacia el futuro. El cacharreiro Agustín Fernández, apoyado por el Concello de Xunqueira de Espadanedo y la Diputación de Ourense, organiza esta fiesta que quiere ser de interés etnográfico y en la que se recrea una cocida histórica. Es obligatorio acudir de época: en concreto, caracterizados de hombres y mujeres de Niñodaguia de 1932.

Es en 1929 cuando la monografía etnográfica de Xosé Fernández y A. Dacal explica “La cerámica de Niñodaguia” por primera vez. Los hornos de piedra comunales -tres- ya se usaban hace un siglo. “En todo o pobo de Niñodaguia existen dous fornos do Campo, os da Eirexa e os do Penediño. Teñen forma redondeada, asemellándose ás casas das citanías. Na parte inferior ten o fogar e separándoo da parte superior un tabique de pedra cuberto de respiradeiros. Son todos de pedra e de propiedade privada; sin embargo a costume establece que todo o pobo pode cocer neles co dereito do dono á borralla”, explican los etnógrafos en el documento de 1929.

La tarea de los cacharreiros sigue así: “A louza colócase en col do tabique, combinando unhos cacharros con outros pra facer máis capaz o forno e terminando en forma de cono. Denantes que estea colocada toda, alcéndese o forno pouco a pouco pra que a louza non estoupe e tense encendido un lapso de tres horas, variable según as circunstancias”.

Al día siguiente, se despoja el horno de toda la loza, que se somete a un baño de “chumbo” para darle una segunda coción, “terminando con ela a confezón destos cacharros, na que parece que as sucesivas xeracións non deixaron sedimento, conservándose no seu mecanismo primitivo”.

Chantada, Trives, Verín, Xinzo, Allariz, Celanova, Bande, Ribadavia, Carballiño, A Cañiza, Cualedro, Taboada, Vilar de Barrio, Lalín, Gomesende, Riós, Laza, Couso, Pereira y Maceda son algunas de las ferias a las que acudían los cacharreiros hace un siglo. Hoy, los nietos de aquellos alfareros, recrean el “bautismo de fuego que transforma el barro en delicadas vasijas, cacharros que unen al pueblo en torno a una fuente de callos”, dicen desde la organización de la Fornada Tradicional.

Te puede interesar