La carga de servicios que implica la llegada de los emigrantes se compensa con una aceleración de la actividad económica.
Aunque el aterrizaje de ese importante volumen de población procedente de la emigración que regresa a sus villas natales obliga a un esfuerzo a los respectivos concellos para asegurar los servicios esenciales, tienen su contrapartida en forma de revitalización de las localidades e ingresos tanto para el comercio como para los negocios de restauración.
Así lo certifica José Luis Ferro, alcalde de Celanova, que no duda en señalar que "hay negocios que aguantan los cinco o seis meses de invierno gracias a lo que se gana estos días".
Allariz, otra de las villas que aumenta de forma notable su población -aunque en este caso más fruto del turismo-, también nota este tirón, como certifican desde una de las tiendas outlet de la villa, donde reconocen "un incremento importante en ventas" y este año, entre los clientes, "mucha gente de otros países, además de los procedentes de Cataluña, País Vasco o el sur de España". Aunque también hay excepciones, el alcalde de Calvos de Randín cree que "nuestros visitantes donde gastan es en Xinzo, no en nuestra localidad".
