ENTREVISTA

“Fui al seminario a estudiar, no por vocación, pero ahí empezó mi camino"

photo_camera El joven Benito Pérez Lopo oiciará su primera misa en Sande (MARCOS ATRIO)

Jose Benito Pérez Lopo, capellán castrense y sacerdote más joven de Ourense

La iglesia parroquial de San Salvador, en Sande (Cartelle) acoge este domingo a las 18,00 horas la primera misa de José Benito Pérez Lopo. Un sacerdote, el más joven de Ourense, con clara devoción hacia los demás que, a partir del 1 de septiembre, desarrollará su labor pastoral como cura castrense en la base militar de de Cádiz.



¿Nervioso ante su primer oficio?

Si, porque es la primera misa que voy a oficiar en la parroquia en la que me crié, con mi familia, los amigos y los vecinos que no pudieron estar en la ordenación en Madrid. Esto pone el punto y final a mi formación, que comencé siendo niño en el Seminario Menor de Ourense y después en el Mayor, preparándome para el sacerdocio en Ourense. Pero siempre tuve la duda de dedicarme al castrense y habiendo el seminario propio, el Juan Pablo II en Madrid, opté por continuar allí la formación más específica para que fuera más fácil la inserción en el Arzobispado.



A muchos les llamará la atención su juventud ¿cuándo decidió que quería ser sacerdote?

Nací en el seno de una familia cristiana practicante, con una abuela de misa diaria, pero yo entré en el seminario no por motivos vocacionales sino por tema de estudios. Fue allí, en el contacto con los formadores del Seminario, conociendo a los curas, cuando fui depositando esa pregunta ¿y por qué no?. Y ahí empiezas un camino donde lo ves como una ilusión, algo lejano porque son seis años de estudios, hasta que terminas con las dificultades propias de la edad. Pero donde se va afianzando esa llamada, donde vas viendo más claro lo que el Señor quiere de ti y donde te entregas.



¿Cómo lo tomaron en casa?

Bien. Me resulto curiosa una anécdota, hace un año aproximadamente, que me pasó con mi mejor amigo. El nunca aceptó que yo fuera al seminario, que fuera sacerdote y el año pasado me dijo: ¡ahora termina! Esta muy contento, quizás porque ve que yo también lo estoy, porque este es mi camino.



¿En qué consiste el Arzobispado Castrense?

Es una diócesis personal, no territorial, integrada por 80 capellanes y que coge a los militares y sus familias y el personal civil que trabajan en las bases. También tenemos misiones internacionales como son Afganistán y Líbano en tierra y aire y en el mar, en el Juan Sebastián Elcano o en Somalia, por la piratería.



¿Qué le hizo decantarse por el sacerdocio militar?

Me decidí por el testimonio de un capellán castrense mayor, por un primo militar, y sobre todo por la pastoral, que es mucho más dinámica, donde están concentrados un gran número de personas con una media de edad muy joven. No es tanto el toque de campana y que la gente acuda a misa, sino donde el capellán o el "páter", hace suela de zapato por la base para contactar con la gente, con los jóvenes que están más alejados. Es más personal que sacramental.



Otra de las curiosidades de los sacerdotes castrenses es que pueden casar a miembros de la Familia Real.

Sí, pero eso está reservado a los epíscopos. El arzobispo castrense Juan del Rey es por derecho el capellán de la Casa Real. Si que es cierto que hay un contacto con la Casa Real, por ejemplo participé en el Aniversario de Don Juan. Fue un momento de nervios y donde no lo esperabas porque ¡ir de Sande al Palacio Real! Fue un momento bonito, participamos en la misa y después saludamos a los Reyes y a los Príncipes.



¿Cuál es la visión que tienen de ustedes los militares?

La figura del páter en el Ejército es muy querida, a la que tienen respeto y lo ven como un compañero de viaje insertado dentro de su misión. Lo ven como un amigo, un compañero en el que depositar sus problemas, sus dudas, sus miedos... No todos son de fe, pero sí son problemas humanos.



¿Cuál será el objetivo de su primer destino en Cádiz?

El arzobispo ha tenido a bien, una vez aprobadas las oposiciones para entrar en el Servicio de Asistencia Religiosa en las Fuerzas Armadas (SARFAS), enviarme a San Fernando para atender dos bases, con cerca de 3.000 soldados y sus familias. Y nuestra actividad en general es completar la iniciación cristiana. El 90% de los militares tienen sin completar la formación cristiana, la mayor parte sin confirmarse. También colaboraré con una parroquia, porque la falta de vocación se nota en todos lados.


Desde su experiencia y su juventud, ¿cuál cree que es el principal problema de la falta de devoción?

La base está en las familias. Se dejó de rezar, de ir a misa y los jóvenes, no les falta ese referente porque no saben lo que se están perdiendo y lo bueno que pueden sacar de ello. No les llama la atención. La familia es la primera base y es lo que necesitamos evangelizar.


Antes me ha hablado de las misiones internacionales, ¿le gustaría participar?

Sí, aunque mi madre me matará. Pero las misiones internacionales permiten un contacto mucho más directo con los soldados en situaciones más especiales. Allí el páter está en las mismas condiciones de lejanía de casa, sufriendo más o menos los mismos problemas y con un contacto mucho más directo y con menos gente.



¿Cómo es el día a día de un joven sacerdote?

Al principio, mientras estudiaba era como cualquier otra persona de mi edad y, los veranos, siempre me prometía no dejar de lado a la gente de la infancia. Ahora, una semana después de la ordenación, sigo quedando con la gente, pero más relajado. Aunque no se descarta ninguna fiesta.



La primera, la que le espera después de su primera misa

Sí, la verdad es que los preparativos son igual que una boda. Celebraremos una cena con 170 invitados entre familiares y amigos y, estos días atrás, he andado muy ajetreado con el restaurante: que si la organización de las mesas, que si la mantelería,... Lo importante es que será un momento para compartir con la familia y todos aquellos que me han acompañado en este proceso hasta aquí.

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