La estación de Ourense-Empalme recibió viajeros de Santiago que llegaban en autobús para coger trenes con destino a Madrid. Llegaban sobrecogidos por la tragedia y conmocionados por el dolor y el pesar.

'Hemos visto la tristeza'

Viajeros cogiendo el autobús de Renfe en la estación de Ourense, con dirección a Santiago y A Coruña. (Foto: J. PAZ)
Son las cinco de la tarde. En condiciones normales, hace ya diez minutos que el Alvia que une Galicia con Madrid debería haber salido de la estación Empalme.
Permanece en la vía 3 y su estampa es gemela a la del convoy siniestrado apenas 24 horas antes. Hasta sobrecoge un poco observarle. No saldría rumbo a la capital de España hasta 30 minutos después. ¿Las razones? Hay que esperar por los viajeros de Santiago y A Coruña, transportados en autobús porque la vía ha quedado cortada desde el accidente. En la estación es todo muy administrativo: servicios de información que hacen su papel, personal de Adif que acomoda los horarios a la nueva realidad, viajeros que miran las pantallas de llegadas y salidas, pero pocos comentarios se escuchan en torno al dramático siniestro.

Sin embargo, quienes traen sensaciones a flor de piel son algunos viajeros que llegan de la capital de Galicia: 'Hemos visto mucha gente y mucha tristeza', dicen dos jóvenes con inconfundible atuendo de peregrino que van camino al andén para tomar el Alvia y seguir ruta a Madrid, su destino. Han salido a las 15.30 de la estación santiaguesa y se refieren a la zona cero del siniestro como 'un lugar muy triste, con mucho dolor pero con mucha gente movilizada por la solidaridad'. Mientras, muy cerca, un trabajador de la compañía ferroviaria empuja una silla de ruedas con una persona que va a subir al tren y una compañera suya acompaña del brazo a un invidente.

No hace falta hablar, pero todo está en el ambiente. A la entrada de la estación un grupo de trabajadores de la compañía comentan entre ellos las últimas noticias y sus rostros revelan la conversación que tienen. Declinan hacer comentarios públicos, eso sí, con educación. Mucho menos, hacer declaraciones. En la explanada comienzan a estacionar cuatro autocares que llegan de Santiago, la mayoría con peregrinos, y dos más de A Coruña. Una vez que se acomodan, el tren parte hacia su destino a las 17:35.

Pero el trajín continúa, porque un poco antes, a las 17:10, llegaba de Madrid otro Alvia, esta vez con destino a Vigo y A Coruña. Toca hacer el camino inverso: los viajeros deben tomar en la explanada del Empalme el autocar para seguir por carretera. Las sensaciones recogidas son similares a las que se produjeron durante la mañana porque la terminal ourensana fue enlace entre el ferrocarril y los autobuses.

Belén llegó a las 13:15 desde A Coruña, 45 minutos después del horario previsto. También tuvo que realizar desde Compostela el trayecto en autocar. Confiesa que en el vehículo todas las conversaciones giraban en torno al accidente: 'La mayoría especulaban sobre las razones, incluso hubo gente que creyó que se trataba de un atentado', dice esta ourensana poco después de bajar del autocar. Sobre las atenciones recibidas, pondera el esfuerzo de la compañía y la comprensión de los viajeros, 'correctos y entendiendo en todo momento lo que pasaba y las razones de los retrasos'. Tal vez ayer las reclamaciones pasaron a un segundo plano.

Te puede interesar