Los hosteleros reconocen que el impacto inicial fue muy fuerte

OURENSE. 30.01.2016 FUMADOR EN TERRAZA, PLAZA MAYOR. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera Una persona disfruta de un cigarro con su consumición, en la terraza de una cafetería de la Praza Maior de la ciudad.

Los estancos apuntan que se produjo un descenso de las ventas y, sobre todo, un cambio de hábitos en cuanto a consumo

 

Dos fueron las profesiones más afectadas por esta ley antitabaco puesta en marcha en 2011, los hosteleros y los dueños de estancos. En el primer caso, obligó a los profesionales del sector de la hostelería a hacer un desembolso importante para adaptar sus establecimientos a la nueva ley. Vicente Álvarez, dueño de la cafetería New York, recuerda que "tuve que hacer un gasto de casi 4.000 euros para adaptar el local y tuvimos que estar prácticamente tres meses inactivos para adecuar el local", aunque considera que, "a pesar del impacto inicial, que realmente se notó, ahora la gente se ha adaptado" y reconoce que "ahora se ve menos gente fumando, aunque quien quiere hacerlo puede seguir haciéndolo"; eso sí, fuera del establecimiento, en la terraza.

José Manuel Martín Ruíz, de la cafetería Niza, reconoce que "fue un golpe bastante fuerte, la gente protestaba mucho y, aunque pensábamos que iba a adaptarse, la verdad es que tuvo un gran impacto".

Este hostelero añade que "se nos fue a machacar sin avisarnos de cómo era la ley, de la noche a la mañana". Y señala que "tuvimos que adaptar los locales para fumadores y no fumadores, y después no recuperamos ese dinero que, supuestamente, nos iban a devolver".

Martín Ruíz recuerda que se gastó "casi 14.000 euros para hacer un muro, mover el aire acondicionado, separar zona de fumadores y no fumadores... una serie de cosas que yo creo que ni ellos sabían lo que querían". Añade incluso que "hubo locales que tuvieron que cerrar, como en mi caso, que tenía La Agencia, donde daba diariamente 200 menús y pasé a dar 15".

Igual de negativa es la impresión de los dueños de estancos. Roberto Prieto, que trabaja en uno situado en la calle Progreso, reconoce que "bajó mucho la venta" y muchos consumidores han pasado de la cajetilla a productos como "el tabaco de liar, más barato".

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