Tal y como estaba previsto, Iberdrola comenzó ayer, a las nueve de la mañana, a realizar el descenso de nivel del embalse de San Estevo, en el río Sil, con motivo de las obras de ampliación de potencia de la central hidroeléctrica.
Esta reducción de nivel le permitirá trabajar durante el verano en la construcción de una nueva galería subterránea, al igual que ya hicieron el año pasado. No obstante, será el último verano que se realice el descenso de caudal en el Sil.
El nivel del embalse se va reduciendo progresivamente, a un ritmo de unos tres o cuatro centímetros por hora, con el fin de garantizar la seguridad. Este proceso durará aproximadamente un mes, en el cual se desalojarán del embalse 147 hectómetros cúbicos de agua, si bien mantendrá 66 hectómetros cúbicos. Esta situación durará hasta finales de octubre o principios de noviembre.
Además, el agua que se libera en este proceso no se va a aliviar por las compuertas, sino que se va a turbinar. 'De este modo, el descenso de agua no va a afectar al río aguas abajo, en contra de lo que habían dicho algunos colectivos', señalaron desde Iberdrola. Además, precisaron que van a instalar 10 estaciones de vigilancia a lo largo de los ríos Sil y Miño (hasta su desembocadura), de tal modo que biólogos de la empresa URS controlarán en todo momento la calidad del agua.
Daño medioambiental
Técnicos y voluntarios de la Fundación Germán Estévez para la protección de la naturaleza y la defensa del medio ambiente han pedido públicamente al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que no permita el secado del Sil.
Desde esta Fundación no se entiende que la clase política permita que se lleven a cabo unas obras que 'dañan el medio ambiente y ponen en peligro la candidatura mundial de Patrimonio de la Humanidad para la Ribeira Sacra'. Por ello, solicitó además la paralización de la declaración de impacto ambiental favorable para la central San Pedro II.
El nivel del embalse se va reduciendo progresivamente, a un ritmo de unos tres o cuatro centímetros por hora, con el fin de garantizar la seguridad. Este proceso durará aproximadamente un mes, en el cual se desalojarán del embalse 147 hectómetros cúbicos de agua, si bien mantendrá 66 hectómetros cúbicos. Esta situación durará hasta finales de octubre o principios de noviembre.
Además, el agua que se libera en este proceso no se va a aliviar por las compuertas, sino que se va a turbinar. 'De este modo, el descenso de agua no va a afectar al río aguas abajo, en contra de lo que habían dicho algunos colectivos', señalaron desde Iberdrola. Además, precisaron que van a instalar 10 estaciones de vigilancia a lo largo de los ríos Sil y Miño (hasta su desembocadura), de tal modo que biólogos de la empresa URS controlarán en todo momento la calidad del agua.
Daño medioambiental
Técnicos y voluntarios de la Fundación Germán Estévez para la protección de la naturaleza y la defensa del medio ambiente han pedido públicamente al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que no permita el secado del Sil.
Desde esta Fundación no se entiende que la clase política permita que se lleven a cabo unas obras que 'dañan el medio ambiente y ponen en peligro la candidatura mundial de Patrimonio de la Humanidad para la Ribeira Sacra'. Por ello, solicitó además la paralización de la declaración de impacto ambiental favorable para la central San Pedro II.
