Ourense

La Iglesia lucha por mantener los servicios ante la despoblación rural

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photo_camera La ceremonia del Lavatorio de pies, el pasado viernes en el templo de A Veracruz, en O Carballiño.

El relevo generacional de los sacerdotes y potenciar el voluntariado son otros dos de los desafíos que afronta el Obispado 

"No somos fracasados decrépitos en vías de extinción". Con esas palabras animaba el pasado miércoles el Obispo de la Diócesis de Ourense, Leonardo Lemos Montanet, a los sacerdotes, durante la Misa Crismal. La tendencia a la baja del catolicismo practicante no les hace perder la esperanza, pese a que los datos no acompañan. La situación no es fácil y son muchos los retos sobre la mesa de cara al sostenimiento de la Iglesia. Y más en una provincia marcada por el envejecimiento y la dispersión territorial.

En la actualidad, la Diócesis tiene 278 sacerdotes, pero de ellos solo 192 están en activo. Y todos ellos se reparten para atender 735 parroquias y la Catedral. Es decir, hay un cura por cada cuatro parroquias. Los fieles de los pequeños núcleos tendrán que acostumbrarse a desplazarse para vivir su fe en muchos casos. "Los vecinos lo tienen asumido, hay medios de transporte, y para ir a misa dominical hay que moverse, en la mayoría de los casos como mucho a cinco kilómetros, igual que para ir al médico, al banco o a la farmacia", explica Raúl Alfonso González, delegado episcopal para asuntos económicos y párroco en la zona de Oímbra.

Él mismo se encarga de la misa de seis pueblos. "Me reparto entre el sábado por la tarde o el domingo por la mañana. No se puede hacer todo el domingo, porque como mucho se pueden dar tres misas", apunta.

Actualmente, la Diócesis tiene en marcha una reestructuración que, ante todo, quiere garantizar dos servicios "mínimos": los entierros y las fiestas del pueblo. "Eso se respeta", aclara.

Hace años se seguía la estructura de un cura por parroquia, ahora eso es imposible. Algunos curas llegan a atender entre 12 y 14 parroquias, lo que complica la gestión de los tiempos. "Para distribuir se tiene en cuenta la edad, a los mayores se les asignan entre dos o tres parroquias", puntualiza Paco Pernas, vicario de Pastoral de la Diócesis y párroco de A Ponte, en la ciudad.


El reto de la edad


La edad es otros de los retos. Hacen falta curas jóvenes. "De momento está garantizada la continuidad: todos los años se ordenan uno o dos sacerdotes", señala Pernas, que cuantifica en 22 el número de jóvenes que se prepara actualmente en el Seminario Mayor.

Solo hay siete curas menores de 30 años, de entre una nómina de 192. Otros 24 tienen entre 30 y 40 años, 28 entre 40 y 50 años de edad, y 32 entre 50 y 59. Los restantes 101 sacerdotes en activo superan ya los 60 años de edad.

En cuanto a otros religiosos, la cifra también es exigua, y con mayoría femenina. Hay 347 mujeres y solo 35 hombres. "Las mujeres siempre fueron más activas, colaboran con las catequesis y con los programas de caridad mucho más, son mayoría", resalta Pernas.

Otro pilar fundamental es el de los voluntarios que colaboran con la labor social de Cáritas. Hay 562 en Ourense, de los cuales 421 ayudan en las Cáritas Parroquiales y 141 en los programas a nivel diocesano. Se reparten entre todas las edades, oficios y profesiones, estudiantes y jubilados, y ofrecen una ayuda "indispensable y valiosa, alegre y vital, se convierten en agentes de transformación", dice María del Carmen Alonso, coordinadora de Programas de Cáritas. 

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