TIROTEO EN EL HOSPITAL DE OURENSE

Los imputados en el tiroteo alegan que las víctimas los atacaron hace un mes

La jueza envía a prisión a cuatro de los siete detenidos al entender que son los presuntos autores de los disparos en el CHUO

Antonio Gabarri Montoya asumió casi en exclusiva los disparos en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) a última hora de la noche del domingo. Hasta reconoció que utilizó dos armas distintas porque una se encasquilló. Pero, según precisó a la jueza de guardia, disparó presa del miedo cuando al acudir a ver su hija parturienta se topó en la puerta principal con dos de los Montoyas de San Paio (Maside) desterrados del poblado de A Fontela y con los que mantienen manifiestas desavenencias (la policía habla de "visceral enfrentamiento") pese a los vínculos familiares.

Según la versión del detenido, disparó al aire "por temor" porque "nos había amenazado de muerte". Su intención -insistió varias veces- no era herirlos sino disuadirlos. Los lesionados, con los que incluso tienen vínculos de parentesco, "hace un mes atacaron por la noche nuestra casa en A Fontela", dijo. De hecho, explicó que aún se pueden ver los disparos de perdigones en su furgoneta, un hecho que ahora piensan denunciar. "Antes no lo hicimos porque se quiso solventar conforme a nuestra ley, entre familias", destacó un gitano afín a los Gabarri.

La visita

Tanto Antonio como sus dos hijos detenidos, Daniel y Moisés Gabarri Borja, justificaron su presencia en el CHUO en el deseo de ir a ver a su hija Carmela, a punto de dar a luz y casada con un hijo de Francisco Montoya Gabarre, uno de los dos heridos en el tiroteo y, a la postre, primo hermano del principal investigado y consuegro.

Según el padre de la chica, a esta última le impiden contactar con su familia de sangre desde hace año y medio, cuando fueron repudiados. "Antonio pensó que los iban a agredir porque los otros suelen llevar armas blancas en los bastones y, por miedo, disparó al aire, muy asustado", asegura Luciano Prado, el letrado que asume la defensa de todos los investigados.

En cuanto a la tenencia de las armas de fuego incautadas, dos escopetas y un rifle, los detenidos aseguran que las encontraron en labores de recogida de chatarra. También uno de sus dos hijos, Moisés, reconoció que, en un momento dado, cogió una escopeta para dar dos tiros al aire, "pero solo para que se fueran".

Pero a la fiscal y la jueza de guardia estas versiones no acabaron de convencerlas. La titular de Instrucción 3 enviaba a prisión pasadas las seis y media de la tarde de ayer a Antonio Gabarri Montoya, a sus hijos Daniel y Moisés, así como al hermano del primero, Diego, por supuestamente participar activamente en el tiroteo del CHUO a última hora de la noche del domingo en el que dos miembros del grupo rival, Francisco Montoya Gabarre (consuegro de Antonio) y Eduardo Montoya Jiménez (padre del primero), resultaron heridos leves al ser alcanzados por postas en una pierna y en la cara.

El resto de los detenidos, Yolanda Borja (esposa de Antonio) y los hermanos Moquetas y Rubén Gabarri, quedaron en libertad, pero investigados en unas diligencias penales por tentativa de homicidio y tenencia ilícita de armas. Tendrán que comparecer semanalmente en el juzgado y no podrán acercarse a la familia rival a menos de 500 metros. Una decisión adoptada para garantizar su protección a la hora de valorar la peligrosidad de los imputados.

La jueza envió a prisión a los supuestos autores materiales de los disparos en base a la versión aportada por las víctimas, quienes declararon ayer por la mañana en el juzgado con protección policial, el guarda de seguridad del CHUO que se encaró con los autores de los disparos así como por otros testigos. No obstante, según aseguró el abogado, los perjudicados sólo implican a Antonio y a sus hijos. La magistrada puso en valor el testimonio de un policía de paisano que a las 23,30 horas estaba dentro del hospital y dice que vio a Diego Gabarri sacar una escopeta y disparar. Este último declaró que acudió al CHUO acompañado por sus hijos, pero después del tiroteo, porque escuchó en el poblado que "acababan de matar a su hermano en el hospital".

Por su parte, Yolanda Borja justificó su presencia en el CHUO desde hacía día y medio en tanto que estaba acompañando a su nuera, que acaba de dar a luz en el Materno Infantil.

‘Son gente humilde que se dedica a la venta de chatarra'

Gitanos afines al clan al que pertenecen los siete detenidos defendieron la inocencia de Antonio y su familia: "Son gente humilde que se dedica a la venta ambulante y a la chatarra", aseguraba uno de ellos, apostado en la puerta del juzgado todo el día para brindar apoyo a los arrestados. Añade que el grupo vinculado a las víctimas "fueron desterrados del poblado porque son mala gente, pero Antonio no tuvo que ver". También enfatizó que "la mala suerte" quiso que la hija de Antonio se casara con un hijo de los desterrados. "Desde que se fueron de allí, hace años y medio, no dejan que la niña vaya a verlos". 

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