Una explosión dejó atónitos el jueves por la noche a los vecinos de la calle Cardenal Cisneros. Cuando se asomaron a la ventana para ver qué había pasado descubrieron que el edificio del número 2 de la calle San Quintín estaba empezando a arder.
Llamaron a los bomberos y estos les recomendaron vestirse y salir de sus casas. Entre otras cosas por el estado ruinoso del edificio y por la peligrosidad que presentaban las posibles explosiones en el cableado eléctrico. Así, con lo puesto, siete vecinos esperaron en la calle durante las casi tres horas que tardaron los servicios de emergencias en extinguir las llamas. Algunos se lo tomaron con calma, otros con miedo a no poder dormir y llegar tarde a trabajar.
Residentes de la zona afirmaron que hace dos semanas pudieron presenciar un desalojo precisamente en esta vivienda: “Había okupas que iban y venían, vimos como echaron a unos recientemente”, explicó una vecina que esperaba para poder volver a su casa. “Nunca daban problemas”, aclaraba otra. En el momento de los hechos no había ningún morador en el interior, por lo que los daños fueron únicamente materiales.
Aunque el bloque tiene tres pisos, era la primera planta -donde comenzó el incendio- la que tenía objetos personales, colchones o ropa tirada. Sin embargo, el fuego ascendió por la fachada y dejó calcinada toda la estructura. El humo se extendió por los Vinos y llegó hasta As Mercedes, donde también se registraron varias llamadas alertando de un fuerte olor a quemado que vino acompañado del apagón de las farolas de la zona.
Las labores de extinción se prolongaron hasta las 2.30 horas de la madrugada y los bomberos estuvieron acompañados por dos patrullas de la Policía Local y dos de la Policía Nacional.
Los vecinos, con paciencia
Laura y David fueron los primeros en llamar a la policía. Estaban en su casa cuando escucharon un fuerte estruendo y vieron que empezaba a salir humo. “Esto son edificios viejos, de madera, nos dio miedo que empezase a arder todo”, relatan. Pese al susto, decidieron tomárselo con paciencia y además de su gato, bajaron un par de bebidas para la espera.
Carmen estaba preocupada porque tenía que madrugar, pero eligió salir antes incluso de que lo indicase la Policía Local: “Yo estaba muerta de miedo y con los cables que ardieron aún más”. Así que cogió su abrigo y salió. Su intención era regresar cuanto antes, “pero prefiero hacerlo con seguridad”, explicó. Igual que el resto de habitantes del edificio colindante, hizo tiempo hasta que se levantaron los precintos.
Otros residentes de la zona se desplazaron desde la zona de pubs alertados por el fuerte olor a humo. Tras comprobar que su vivienda estaba bien, no dudaron en seguir la fiesta.
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