Dispersión, riqueza patrimonial, deficiente seguridad y la cercanía del territorio portugués, los principales factores de riesgo

Un informe policial alerta sobre la facilidad para robar en las iglesias

Los ladrones forzaron la puerta de la iglesia de San Lorenzo de Piñor, en Barbadás, para poder entrar. (Foto: MARTI´ÑO PINAL)
La riqueza histórico artística presente en buena parte de las 2.000 iglesias y capillas de las dos diócesis de la provincia (Ourense y Astorga) no está a buen recaudo de los delincuentes comunes y mucho menos las mafias que buscan en el tráfico del arte sacro una fuente de ingresos. Casi siempre, muy sustanciosos.
Un informe policial, elaborado por la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ourense, por encargo de la Fiscalía Superior de Galicia, alerta de la 'aparente facilidad' para perpetrar robos en los templos de la provincia a tenor de su deficiente seguridad. Resalta 'la práctica ausencia de medidas que puedan otorgar un mínimo de eficacia', limitándose a 'la existencia de una puerta cerrada, en la mayoría de las ocasiones compuesta por maderas podridas o carcomidas, así como en cerraduras con más de 50 años de antigüedad'.

El delegado diocesano de Patrimonio, Miguel Ángel González, pese a que reconoce que las medidas de seguridad son mejorables, no comparte este último apunte porque 'en estos últimos años -afirma- se ha hecho un esfuerzo por renovar puertas y cerraduras para dificultar el acceso'. Para él, la principal puerta de entrada a las iglesias es la dispersión de los lugares de culto, cuestión que también queda recogida en el documento policial como uno de los principales problemas en materia de seguridad.

Pero la protección de los objetos de valor también se topa con un inconveniente aún más difícil de vencer: la idiosincrasia de los vecinos donde están radicadas las iglesias. La implicación de éstos con el mantenimiento de sus imágenes u objetos de valor en los templos de sus localidades impide, según valora la Guardia Civil, 'una vigilancia eficaz de todos los lugares de interés'.

González reconoce que sí se han topado con reticencias por parte de los vecinos para retirar las obras de interés en lugares poco accesibles, pero aún así el Obispado de Ourense almacena en dos lugares (no los desvela por recomendación policial) reliquias -cruces, custodias, cálices, incensarios, crismeras, principalmente- que se han retirado de las parroquias para protegerlas. A veces, los vecinos son partidarios de la opción C: custodiar el ajuar eclesiástico en sus casas, como ocurre en Melón. El hecho de que estén guardadas en la ciudad no significa, no obstante, que les sean vedadas. En Ribadavia, por ejemplo, los fieles 'rescatan' la corona y la cruz de la Virgen del Portal cuando llega la fiesta en el mes de septiembre.

Otro de los factores de riesgo -valoran las fuerzas de seguridad- es la cercanía con el país vecino, 'con especial afición a las antigüedades'. No obstante, el hecho más preocupante es que la propia Guardia Civil reconoce que 'se cuenta con pocas posibilidades de reacción (prevención e investigación) en la persecución de este tipo de delitos'. El informe entra a espuertas en la autocrítica: 'Se carece en las unidades de personal con conocimientos científicos en materia artística lo que impide una adecuada inspección'.

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