Historias de un sentimental

El inolvidable sargento Comes de la Policía Municipal

El sargento Comes, paracaidista y en las calles de Ourense.
photo_camera El sargento Comes, paracaidista y en las calles de Ourense.
Muchos ourensanos recordarán al más elegante policía municipal que en aquellos años sesenta y setenta recorría las calles de la ciudad, el sargento Comes

Decía el gran urbanista Le Corbusier que la ciudad es el espacio donde uno se reconoce no sólo por los edificios, las tiendas o los cafés, sino por las gentes que la pueblan, por los personajes cotidianos que uno se encuentra por la calle, a quienes se saluda y con quienes se conversa. Pretendo yo incluir en estas historias para recuerdo de los mayores y para que los jóvenes también los conozcan, a personas sencilla que quedaron en el recuerdo y la memoria de Ourense por alguna singularidad.

Muchos ourensanos recordarán al más elegante policía municipal que en aquellos años sesenta y setenta recorría las calles de la ciudad, el sargento Comes. Siempre impecable, elegante y cordial, con sus botas relucientes y un cierto aspecto de dandy. Su nombre completo era Alfonso Agustín Comes Gómez, aunque ferrolano de cuna, era ourensano desde que tenía un año, de profunda vocación por el servicio público y un hombre especialmente interesante por su peripecia vital. Fue uno de los primeros paracaidistas españoles, de la famosa 1ª Bandera, cuando se crea este cuerpo, y corrió los riesgos de aquellos precursores que se lanzaban al vacío con rudimentarios equipos desde los viejos Junkers supervivientes de la II Guerra Mundial. O sea, que era valiente.

Hombre de enormes inquietudes, cultura y sentido profesional hizo rápida carrera en la policía municipal, donde alcanzó el grado de sargento. En aquellos años en que todavía no había semáforos, en cada cruce de la ciudad se apostaba un guardia urbano, de aquellos que se cubrían con el característico salacot. El sargento Mena patrullaba la ciudad a pie y, de cuando en vez, daba descanso al agente de turno y se ponía personalmente a dirigir el tráfico. Lo hacía de tal modo, con tal prestancia, que todos nos parábamos para observarlo. Era espectacular, armonioso, perfecto.

Además de este aspecto, el sargento Mena daba clase de tráfico y conducta urbana en colegios y representaba a la Policía Municipal de Ourense en los congresos y asambleas y cursos sobre tráfico. Estaba en posesión de la Medalla de la Cruz Roja por su heroico comportamiento en el desbordamiento del Barbaña.

Tuve la suerte de tratarlo mucho, pues era un grato conversador. Su hija Marían era mi compañera en Radio Popular de Ourense y ambos hacíamos el programa nocturno de cierre de emisiones. El sargento Mena iba a buscar a su hija cada noche, pero inevitablemente prendía la hebra conmigo hablando de todo un poco, hasta que la paciente Marian, que quería irse para casa, conseguía que su padre y yo dejáramos la conversación. Murió joven, pero es uno de esos personajes a quien las calles de Ourense y quienes lo conocimos echaremos siempre de menos. Sus nietas pueden estar orgullosas de él.

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