La Región entrega mañana gratuitamente con el periódico una reproducción de uno sus cuadros, realizado en 1990

José Luis de Dios, el artista global 'que pintaba para sus amigos'

José Luis de Dios, un pintor influido por la literatura. (Foto: ARCHIVO)
'Alonxarme somentes foi o xeito de ficar para sempre'.
Son palabras del poeta ourensano José Ángel Valente, al que tanto admiraba José Luis de Dios y con las que él también identificó su vida. Fueron las escogidas para la inauguración, en 2008, de la última exposición que realizó en Ourense y una de las últimas de toda su trayectoria. La misma ciudad en la que nació y creció, la misma que despertó su pasión por la pintura, despertaba en el artista un sentimiento agridulce. Su mujer, Esther Casal, a la que todos conocen como Perla, recuerda que Ourense atrapaba a De Dios de un modo positivo y negativo a la vez. Mientras por un lado la veía como la casa de muchos de sus mejores amigos, de sus raíces y su infancia, le invadía la preocupación de la deriva social que tomaba.

De formación no era autodidacta, 'no le gustaba' ese calificativo, recuerda Perla. Aprendía viendo, viéndolo todo, los contemporáneos y sus predecesores. La visión que José Luis de Dios tenía del arte era global, sin entender las diferentes facetas como entes separados. Aunque su 'ímpetu era renacentista', su trabajo era 'muy versátil'. Bebió de los clásicos, afirma su esposa, 'su compromiso con el trabajo le llevó a descubrir diferentes caminos'.

Su pintura, dicen los expertos, está muy influida por la literatura. Lector ávido, su único pesar fue el de haber empezado a 'leer tarde', porque en su casa no había suficientes libros. Perla asegura que 'después ya no pudo parar'. Además de su 'no autodicción', le formaron Manuel y Álvaro, sus dos hermanos mayores, cuyos nombres están escritos con letras bien grandes en la cultura ourensana. 'Cuando José Luis todavía no leía bien, sus hermanos le enseñaron un romance y le hacían recitarlo; como no acentuaba bien las palabras se reían de él'. Son anécdotas de la vida diaria que Perla recuerda y que influyeron decididamente en las inquietudes intelectuales del pintor.

Como cada artista, De Dios tenía su método de trabajo, que se basaba en 'una soledad acompañada siempre de música'. Pero era una soledad que estaba dispuesto a romper si en su casa había algún amigo con el que charlar. Para sus seres más cercanos guardaba siempre todo su cariño, porque 'era un pintor que no trabajaba esperando reconocimientos', sino que 'pintaba para sus amigos y le importaba que le quisieran'. Uno de ellos, el fotógrafo Mani Moretón, le conoció en los años 80, en una época en la que José Luis de Dios residía en Madrid. Pero fue con su vuelta a Galicia, concretamente a Tui, cuando ambos comenzaron a colaborar. 'Aí comezou a nosa amizade', recuerda Moretón. Éste último fue el encargado de la fotografía de muchos de sus catálogos; de hecho, para Perla 'fue quien mejor supo retratar la obra de José Luis'.

Ambos coinciden en que el pintor era un 'buen bebedor', pero no entendido en el sentido adictivo de la palabra, sino en el reflexivo. A José Luis de Dios le gustaban sus amigos, pero sobre todo gozaba de su compañía alrededor de una copa de vino de Vilerma, 'su favorito'. Su mujer le define como 'un caminante reflexivo' que 'sabía disfrutar de la vida'. José Luis tenía un lado 'aparentemente adusto, pero en realidad era muy simpático y faladeiro'.

Ourense reconoce al pintor como uno de sus artistas ('artistiñas de O Volter' les llamó Vicente Risco a él, a Xaime Quessada y a Acisclo Manzano), pero la trayectoria de De Dios es muy valorada fuera. El cuadro que mañana, domingo, ofrece La Región, pintado en 1990, carece de título, pero 'es comunicación', según Mani Moretón, 'una figuración potente que juega con el cubismo'. Parte de la pintura del autor es 'hermética', como la serie de 'citeras abandonadas', pero esta lámina, no. 'Es un cuadro maravilloso que hay que disfrutar'. En la pieza aparece también ese mundo literario transversal a toda la obra de José Luis de Dios.

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