reportaje

La firma que ocultó Goya

OURENSE. 10.04.2017 JUAN MARQUINA, ESCRITOR. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera El abogado Marquina afirma que "San Antonio y el niño" del cuaderno italiano sirvió como boceto a Goya.

El abogado ourensano Fernando Luis Otero Marquina halló la firma del pintor Francisco de Goya en el lienzo "San Antonio y el niño", después de un trabajo de investigación que decidió recoger en un libro. 

El Museo del Prado es para el abogado Fernando Luis Otero Marquina (Ourense, 1946) una parada obligatoria cada vez que viaja a Madrid. Antes de matricularse en derecho en la Universidad de Santiago de Compostela, dudaba entre estudiar periodismo o veterinaria. Al final, se dedicó al Derecho Civil. "La carrera de derecho es hermosísima pero durísima. La gente no concibe lo dura que es", reconoce. Confiesa que la pintura es una de sus pasiones. "Me encanta. Escribí mucho de pintura para mí. Tengo varios trabajos sobre Picasso niño". 

En su última publicación, aborda el enigma del lienzo de Francisco de Goya "San Antonio y el niño". El cuadro, datado en los aledaños de 1790 en la pintura neoclásica del aragonés, es propiedad de un conocido suyo historiador del arte, del que prefiere no desvelar su identidad. "El cuadro es de un amigo mío. Una persona que tiene una muy buena colección. Estando uno de muchos días en el pazo de su familia, este cuadro me llamó la atención enormemente. Me pareció bellísimo", recuerda Marquina.

Por aquel entonces, el abogado estaba a punto de jubilarse y decidió estudiarlo. El resultado fue el descubrimiento de la firma de Goya en este cuadro. Y es que el pintor aragonés no firmaba todas sus obras y, cuando lo hacía, rubricaba en una sortija, en el cielo, en la tierra o en un libro. "Repasando la reflectografía (lo que hay debajo de la pintura), comprobé que bajo el párpado izquierdo del ojo de  San Antonio de Padua emergió, de forma clara, la palabra Goya", apunta el ourensano.

La firma, dice Marquina, es una pequeña incisión con algún objeto punzante que pone 'Goya' y, al final, hay una huella latente. "Posiblemente, al hacer la firma, el pintor con alguna parte de la mano tocara la pintura y después se ve repasada. La rúbrica es una obra maestra", destaca. El hallazgo de la firma fue posterior a su restauración. "Cuando fue limpiado, en alguna de las incisiones quedó la porquería. Y este fue el motivo que nos llevó a decir que había ahí unas letras". 

Para Marquina, la firma juega un papel clave para determinar la autoría, al contrario de algunos historiadores que fían todo a su ojo y consideran la rúbrica como algo secundario. "La firma es el grito del pintor que está diciendo esto lo he pintado yo". Lo compara con su oficio. "En el mundo del Derecho, asuntos muy importantes, es la pericial caligráfica la que determina si la firma es falsa o verdadera. En este caso, es una auténtica genialidad por el lugar, por el concepto y por la intención".

Seguidor del pintor romántico Jenaro Pérez Villaamil, a Marquina le hubiese encantado conocer en persona a Goya y a Picasso. "Son dos personajes con los me gustaría pasar unos días". El abogado apuesta por la creación de colecciones privadas de ourensanos sobre pintores no ourensanos. Él está dispuesto a compartir la suya. "Es una obligación moral. Esto no es generosidad", concluye. 

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