La Misa Crismal reunió a casi un centenar de sacerdotes de la diócesis para bendecir los óleos

Leonardo Lemos: 'El sacerdocio no pasó de moda'

En la Misa Crismal tomaron parte cerca de 100 sacerdotes de toda la Diócesis de Ourense.  (Foto: MARTIÑO PINAL)
La homilía de la Misa Crismal suele ser una de las más importantes del año en la que el obispo aprovecha para dirigirse a los sacerdotes diocesanos. De esta celebración, en la que se bendicen los óleos y consagra el Chrisma, brota la vida sacramental de las distintas comunidades.
Monseñor Lemos, partiendo de un texto de la Carta a los Hebreos 12, 14 : 'Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño contaminando a muchos', comenzó afirmando que 'con este texto se nos ofrecía ese proyecto de vida que se ajusta a lo que la Iglesia nos pide'. Para constatar que 'en una sociedad como la nuestra, transida por acontecimientos de dolor y enfrentamientos, que experimenta tantas necesidades, estamos llamados a ser creadores de paz, de santificación, y debemos esforzarnos, en la medida de nuestras posibilidades para que nadie quede sin la gracia de Dios y no rebrote ninguna raíz amarga de modo que haga daño a la Iglesia'.

En otro momento, el prelado ourensano instó a no claudicar ante las críticas, apreciaciones negativas o las valoraciones de censura cargadas de pesimismo.'Eso es como una raíz amarga que contamina todo el cuerpo de la Iglesia y de manera especial al presbiterio diocesano', dijo.

Lemos Montanet lanzó un mensaje con pinceladas de optimismo a los sacerdotes: 'Son hermosos los tiempos a pesar de la pobreza estructural de nuestra Iglesia; siguen siendo muchos los medios humanos y materiales con los que contamos para embarcarnos con esperanza en este proyecto de la nueva evangelización'. Por eso recalcó: 'No podemos perder nuestro tiempo ?que es don de Dios - y energías con posturas inmovilistas cargadas de subjetivismo, excluyente, ni con críticas estériles. El sacerdote es, por esencia el hombre de la esperanza, lo constructivo, lo positivo, porque es el hombre que, por su vocación, está inmerso en la realidad'.

Volviéndose a los sacerdotes hizo un canto a la esperanza al afirmar: 'El ministerio del sacerdote no ha pasado de moda ¡todo lo contrario!, hoy es más actual y necesario que nunca. Intensificando nuestras catequesis de niños y adultos, replanteando nuestras homilías como nos lo está enseñando el papa Francisco'.

Terminó haciendo una llamada a la santidad al recordar: 'La grandeza de ese ministerio nos lleva a reemprender, nuestra apuesta por la pastoral de la santidad como la tarea más urgente y necesaria. Por ser cristianos tenemos que vivir la exigencia de la santidad e intensificando, no solo nuestra oración por las vocaciones y el Seminario, sino promocionando las vocaciones e impulsando con valentía a nuestros jóvenes por este camino que si se vive con entrega y lucha es una vía segura de felicidad'.

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