El Camino hacia Santiago es el nombre del libro y el tema de ponencia con la que Luis Yáñez participa mañana en el Foro La Región y en el que narra sus vivencia.
El escritor ourensano Luis Yáñez Abelaria llega mañana al Foro La Región con su libro Un camino hacia Santiago bajo del brazo. Sus páginas son un compendio de una guía práctica de monumentos y bellas fotografías, pero sobre todo un resumen de sus leyendas y de las anécdota y vivencias de las que el autor ha sido testigo en sus múltiples viajes por este camino santo, concebido como un sendero de devoción, de reflexión y también de sabiduría. De todo ello hablará mañana el escritor a partir de las ocho y cuarto de la tarde en el Centro Cultural de la Diputación.
Es un fiel amante del Camino de Santiago. ¿El libro es un reflejo de ello?
El libro nace después de casi una veintena de veces haciendo el Camino de Santiago. La idea estaba en mi cabeza ya desde hace unos 15 años y ahora me animé a escribirlo. Pero esta publicación no pretende ser un reflejo cultural ni nada de eso, no tiene pretensiones de ningún tipo más allá de contar mis vivencias, que comenzaron hace unos 25 años cuando hice por vez primera el camino desde Somport (Vía Tolosana).
¿Cómo se pueden condensar experiencias, sensaciones y recuerdos después de tantos momentos en el papel de peregrino?
Son vivencias únicas, cada día descubres una gárgola nueva, un signo lapidario, un templo, en cada rincón te encuentras un mensaje. ¿Quién no se sobrecoge ante una catedral o una pequeña ermita? Es una cosa única, algo indescriptible. En el camino encuentras el referente que necesitas para la vida. El Camino de Santiago es de los pocos que sigue vivo y que está creciendo, tal vez por el mensaje que tiene. Es un camino cultural donde se mezcla arte y comercio con mística y devoción. El Camino de Santiago es la simbiosis perfecta entre lo material y lo espiritual. Las caras de sus peregrinos transmiten un halo jacobeo difícilmente explicable y que lo hacen maravilloso.
¿Su apogeo le otorga tras cendencia más allá de la espiritual?
El Camino de Santiago prevalece sobre el resto porque durante la ocupación romana el caminante se encontró mucha vía construida. Roma dejó una vía perfecta de comunicación entre Europa y Santiago. Hoy tiene su trascendencia porque ha ido adquiriendo mayor sentido de influencia. Por el Camino de Santiago entró el gótico, el románico, todo el arte esculpido en piedra. Además, para el que lo camina le deja una huella imborrable en el corazón, es un peregrinaje que marca.
¿Todo el mundo debería peregrinar a Santiago aunque fuese una vez en la vida?
Yo lo recomiendo a todo el mundo y creo que nadie debe dejar de hacerlo si tiene la oportunidad. Yo me he llevado a mucha gente al peregrinaje para que sea testigo de ese halo que envuelve al Camino de Santiago, de todo los mensajes que te transmite y que a veces no sabes descifrar, pero eso es lo de menos.
¿Ser peregrino conlleva alguna actitud determinada?
Yo defendí siempre la teoría de que tan peregrino es el que va como puede como aquel que tiene todas las facultades del mundo para lanzarse al camino. El camino es de todos, del cojo aunque vaya en coche, del ciego... El Papa lo hizo en avión. Yo hoy tengo casi 70 años y es casi imposible que ahora pueda hacerlo de un tirón, pero la clave no es cómo hagas el camino o cuánto recorras, sentir el camino es la clave, impregnarse del espíritu jacobeo que le envuelve y obtener la Compostelana es lo de menos.
Es un fiel amante del Camino de Santiago. ¿El libro es un reflejo de ello?
El libro nace después de casi una veintena de veces haciendo el Camino de Santiago. La idea estaba en mi cabeza ya desde hace unos 15 años y ahora me animé a escribirlo. Pero esta publicación no pretende ser un reflejo cultural ni nada de eso, no tiene pretensiones de ningún tipo más allá de contar mis vivencias, que comenzaron hace unos 25 años cuando hice por vez primera el camino desde Somport (Vía Tolosana).
¿Cómo se pueden condensar experiencias, sensaciones y recuerdos después de tantos momentos en el papel de peregrino?
Son vivencias únicas, cada día descubres una gárgola nueva, un signo lapidario, un templo, en cada rincón te encuentras un mensaje. ¿Quién no se sobrecoge ante una catedral o una pequeña ermita? Es una cosa única, algo indescriptible. En el camino encuentras el referente que necesitas para la vida. El Camino de Santiago es de los pocos que sigue vivo y que está creciendo, tal vez por el mensaje que tiene. Es un camino cultural donde se mezcla arte y comercio con mística y devoción. El Camino de Santiago es la simbiosis perfecta entre lo material y lo espiritual. Las caras de sus peregrinos transmiten un halo jacobeo difícilmente explicable y que lo hacen maravilloso.
¿Su apogeo le otorga tras cendencia más allá de la espiritual?
El Camino de Santiago prevalece sobre el resto porque durante la ocupación romana el caminante se encontró mucha vía construida. Roma dejó una vía perfecta de comunicación entre Europa y Santiago. Hoy tiene su trascendencia porque ha ido adquiriendo mayor sentido de influencia. Por el Camino de Santiago entró el gótico, el románico, todo el arte esculpido en piedra. Además, para el que lo camina le deja una huella imborrable en el corazón, es un peregrinaje que marca.
¿Todo el mundo debería peregrinar a Santiago aunque fuese una vez en la vida?
Yo lo recomiendo a todo el mundo y creo que nadie debe dejar de hacerlo si tiene la oportunidad. Yo me he llevado a mucha gente al peregrinaje para que sea testigo de ese halo que envuelve al Camino de Santiago, de todo los mensajes que te transmite y que a veces no sabes descifrar, pero eso es lo de menos.
¿Ser peregrino conlleva alguna actitud determinada?
Yo defendí siempre la teoría de que tan peregrino es el que va como puede como aquel que tiene todas las facultades del mundo para lanzarse al camino. El camino es de todos, del cojo aunque vaya en coche, del ciego... El Papa lo hizo en avión. Yo hoy tengo casi 70 años y es casi imposible que ahora pueda hacerlo de un tirón, pero la clave no es cómo hagas el camino o cuánto recorras, sentir el camino es la clave, impregnarse del espíritu jacobeo que le envuelve y obtener la Compostelana es lo de menos.
