OS MAIOS 2017

Los Maios más clandestinos: el relato antiguo de la fiesta

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photo_camera Una niña celebrando los Maios en la ciudad.

La historia escrita de los Maios pasa por coplas tramposas nacidas en un café de la ciudad y un impulso vital que los intelectuales de antaño dieron a la tradición más enxebre. 

Para Vicente Risco, el Maio moría en el Barbaña. Para Xaquín Lorenzo Xocas, en el Miño. Entre discrepancias y tertulias en el antiguo café Royalty, se dice que escribieron las coplas más críticas con el devenir de la ciudad. Dicen los entendidos que redactaban los versos clandestinamente y los cedían a otro: fueron, queriendo, los poetas locales anónimos de los Maios. Una trampa ingeniosa de la que nunca se descubrirá la autoría real.

Aparte de esta faceta misteriosa, los intelectuales ourensanos nunca ocultaron su emoción por esta fiesta. Un sentir que parte de lo enxebre y huye del llamado 'maio artístico'.

En 1916, un joven Vicente Risco definía así el Maio: "Es una armadilla piramidal o cónica, cubierta de musgo y flores, pero el rapaz que guía el coro se mete dentro, para cantar desde allí, dentro del ídolo". El ídolo superó el sello del censor en las épocas más crudas y aireó los trapos sucios de la sociedad y la administración local. Un ídolo simbólico tapado con xestas o carrabouxos que cantó las quejas impronunciables en cualquier plaza pública, limitadas al calor del hogar o a un café entre amigos. Solo la propia Fiesta de Os Maios permitía alzar la voz en forma de copla para denunciar los problemas sociales enla ciudad de As Burgas. El 'Levántate, Maio' marca el arranque de la crítica.

Entre referencias a caciques, pobreza y mala gestión de la administración local, hubo coplas guardadas en la memoria de los ourensanos, como la de la "Probe Conceución", que protesta por el traslado de la estatua y señala culpables y cómplices. "A probe señora sin faguere nada van a castigar e vai ser desterrada. O Ayuntamento puxo gran empeño, secundando a idea de un que é madrileño".

Quizás estas coplas surgieron en una charla nocturna en el Royalty, donde se juntaban "almas en pena, pálidas pantasmas doutro tempo". Así definió Vicente Risco en La Región a los personajes de la tertulia, entre los que se incluía, en 1944. Es una posibilidad. La otra opción es el nacimiento de poetas anónimos que con la gracia de su pluma animaron la fiesta de los ourensanos. Nunca veremos su nombre en los libros, pero forman parte del significado más enxebre de la fiesta.

En una entrevista de 1984, Xaquín Lorenzo Xocas secundaba ese sentido clásico del que también habló Risco: "O fundamental, o monte, é o que ten que estar alí. O adorno é unha cousa de capricho". Y tajante, añade: "Chama a atención o maio artístico pola vistosidade, pero xa non é o maio, é unha carroza".

López Cuevillas lo advirtió mucho antes. En 1946, escribió en La Región sobre el "aire extraño" que tenían los maios en los últimos años: "Eran como momias que aún conservan las formas, pero de las que había huido la vida".

"As flores e os nenos dos Maios poñen o arume de poesía na prosa do continuo trafegar"

Los escritores también conectaron este saludo a la primavera con otras fiestas de la provincia: el Magosto y el Entroido. Según ellos, se interrelacionan en el tiempo meteorológico. "Remata o inverno, cos traballos do campo e da comezo outra estación", explica Xocas. Las crocas-castañas secas-que piden los niños en el poema de Aires da miña Terra, de Curros Enríquez, son el guiño a los Magostos.

"Aí vén o maiode frores cubertos/Puxéronse á porta/ cantándome os nenos;i os puchos furados. pra min estendendo, pedíronme crocas, dos meus castiñeiros."

Las casualidades quisieron que Ben-Cho-Shey falleciese un 2 de mayo. El día antes de la fecha tradicional de la fiesta que amaba y de la que fue el gran impulsor. Sus escritos reflejan el amor que le profesaba a los Maios: "É a festa da primavera e da xuventude, da ledicia e da lembranza". Para el intelectual, las flores y los niños ponían el "arume de poesía na prosa do continuo trafegar".

Una descripción muy distinta al tono melancólico de Otero Pedrayo, que en 1936 cita la visión de Curros Enríquez de los Maios: "Curros saudounos con versos armoñosos e tristeiros". Sin embargo, añade una invitación para todos los ourensanos: "Que a cidade de pedra esperte co ritmo dos eidos e dos cotos frolidos".

Este saludo a la fiesta de la primavera dejó apartadas a las mujeres durante un tiempo. "Los maios de Ourense siempre fueron exclusivamente masculinos, dedicándose las niñas a hacer altarcillos muy adornados en los que nunca faltaba alguna estampa de la Virgen o de un santo o una simple cruz", escribe el experto en la tradición Clodio González Pérez. La falta de documentación en determinadas épocas dificulta encontrar a la primera niña en cantar una copla. Pero la hubo y las habrá. El mayor éxito es acercarse este domingo al Paseo y revivir la fiesta escuchando a los escolares ourensanos, que con empeño se preparan desde hace tiempo para la fiesta más enxebre de la ciudad.

"Hoxe a xente non sabe porque fai estas cousas. Repiten o que viron facer, por imitanza, por brincadeira ou quizáis por una cousa millor: por instinto", escribió Vicente Risco en La Región, en 1936. Repetir las tradiciones no deja de ser la única manera de conservarlas. Levántate, Maio!

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