Una manta de leche y cebolla, diseño ourensano

Fibra de leche y cebolla, esos son los principales ingredientes que la artesana textil Inés Rodríguez, afincada en Allariz, eligió para confeccionar una manta de bebé 100% sostenible, que está siendo una de las estrellas de la Circular Labs, la exposición itinerante sobre economía circular impulsada por el Instituto Ourensano de Desarrollo Económico (Inorde), que estos días visita Salamanca. La artista ourensana, pionera en diseño ecológico, debe acudir al mercado europeo para conseguir la fibra de leche, ya que todavía no se produce en España, y luego lo mezcla con lana de oveja merina nacional, que procede de Castilla la Mancha o Extremadura. La magia surge en el telar artesanal que tiene en su taller, del que sale un tejido completamente de economía circular, ya que el derivado lácteo se biodegrada en unas seis semanas y la lana lo hace en aproximadamente medio año. Para terminar de personalizar la manta le agrega un bordado manual que tiñe con cebolla, un proceso que intenta hacer en verano para favorecer su secado. Las cebollas que utiliza para el tinte son cultivadas por la artista, quien reconoce que la calidad del vegetal es fundamental para conseguir un buen color. “Tenemos la suerte de que como vivimos en un pueblecito podemos cosechar las cebollas y también nos las dan los vecinos, entonces el tinte es bastante concentrado”, afirmó. Para obtener el tinte se requieren 50 o 60 gramos de la cáscara de la cebolla por cada litro de agua, y para que este se asiente bien en el tejido es necesario emplear algún “mordiente”, que en este caso también es natural, ya que Rodríguez emplea alumbre, una piedra muy usada en el sector de la cosmética. “Los tintes también son absolutamente naturales, teñimos en muy poquitas cantidades, porque el borde no necesita tampoco mucha cantidad de tejido, y también muy controlado para que no se produzca ningún contaminante”, añadió la fundadora de RIR&amp;Co, quien el año pasado obtuvo el segundo premio de excelencia a la innovación para mujeres rurales que otorga el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En su taller apostaron desde un principio por los diseños sostenibles, y aunque afirma que “no siempre se consigue”, buscan ser lo más ecológicos posible, para lo que elaboran sus tejidos a medida, minimizando así la cantidad de residuos que generan. “Los restos, los recortes que sobran, los reintegramos en forma de bolsillos para nuestros bolsos, o forros, entonces intentamos que todo se aproveche lo máximo posible, que no generemos nosotros mismos muchos residuos”, aseguró. Fibra de leche europea Rodríguez lamenta que no haya elaboración nacional de fibra de leche, un componente cuyo uso todavía no está extendido en la industria textil y que se obtiene a partir de la caseína, una proteína que se extrae de la producción láctea y que no es apta para el consumo humano. “En lugar de tirarla y convertirla en un residuo, se extrae esa proteína y se crea con distintos métodos y distintos elementos una fibra sintética, porque no es natural, sino que es 100% sostenible y certificada como ecológica por el fabricante”, subrayó. En la lana que también demandan para elaborar esta manta sí que apoyan a la industria nacional, en concreto a pequeños emprendimientos agroganaderos. “Apoyamos a pequeños ganaderos que están recuperando la trashumancia o que también están en pueblos como nosotros, intentamos que lo que ellos producen tenga una salida, no adquirimos grandes cantidades, pero sí que compramos con conciencia”, agregó. Su compromiso con la economía circular y con la producción en el medio rural es innegociable, y aunque la formación en este ámbito es escasa, su creatividad hace el resto