María Tajes: “En las zonas con poca población, el riesgo de suicidio es mayor”

María Tajes Alonso, ayer, en la entrada del CHUO.
photo_camera María Tajes Alonso, ayer, en la entrada del CHUO.
María Tajes Alonso es la jefa del servicio de Psiquiatría del área sanitaria de Ourense, Verín y Valdeorras

María Tajes Alonso inicia una nueva etapa profesional al frente del servicio de Psiquiatría del área sanitaria. Experta en gestión, llega a la provincia con ilusión y responsabilidad, tras siete años a cargo del servicio de salud mental de la dirección general de asistencia sanitaria del Sergas. 

Asumió el miércoles el cargo, ¿qué tal los primeros días?

La verdad es que han sido días llenos de emoción y de trabajo. Psiquiatría es un servicio grande en el sentido de la valía de sus profesionales y de la complejidad de las patologías que presentan las personas que atendemos. 

¿Echaba de menos trabajar sobre el terreno tras años en la gestión?

Sí claro, fue una decisión meditada. Tuve que participar de un proceso selectivo duro y difícil y estoy contenta de haberlo superado.

¿Cuál es el principal valor del servicio?

Uno de los principales valores es la interdisciplinaridad desde la que se trabaja. Eso permite estar al frente de equipos diversos en su composición: participan psiquiatras, psicólogos clínicos, trabajadores sociales, enfermeros de diferentes categorías, terapeutas ocupacionales… Y luego está la dimensión del servicio. Tenemos la psicología de enlace, la hospitalización de agudos, el área de hospitalización y media estancia de Piñor, el hospital de día de Psiquiatría, los programas de continuidad de cuidados en domicilios, el programa de hospitalización a domicilio, el área de atención ambulatoria… También hay un pequeño programa sociosanitario que atiende generalmente a residencias de mayores y discapacidad, y otro, piloto, de ayuda en Atención Primaria. 

¿Hay suficiente personal?

 A nivel autonómico se puso en marcha en 2020 el Plan Estratégico de Salud Mental, en el que se hizo una valoración del número de profesionales de cada área sanitaria. En Ourense se partía de un número favorable, y aun así se hizo un esfuerzo por crecer, por reforzar equipos. Eso se llevó a cabo en 2020/2021, y aunque para este año no está previsto un nuevo incremento de personal, nosotros vamos a intentar transmitir nuestras necesidades para poder poner en marcha nuevos programas.

¿Falta relevo generacional?

Tenemos ese reto y por ello queremos hacer un servicio potente y atractivo. Queremos mejorar nuestra capacidad docente y captar proyectos de investigación o innovación que nos permitan atraer profesionales a Ourense. 

 En una provincia tan envejecida como esta, ¿cuáles son las necesidades?

Hay un aspecto que es bastante significativo. Algunos estudios recientes han vinculado las situaciones de baja densidad poblacional, como sucede en muchos ayuntamientos, a un alto riesgo de situaciones de soledad no deseada. Al mismo tiempo, este patrón demográfico está vinculado con un incremento del riesgo de suicidio en la población. Con lo cual, uno de nuestros principales retos y dificultades es poder hacer esa provisión de servicios y poder llegar a áreas que están más distantes. Tiene que ser un trabajo de forma comunitaria, en colaboración con centros de atención primaria. 

¿Y en cuanto a los jóvenes?

Uno de los retos que tenemos es crecer en los servicios para atención infantojuvenil. Sí que hemos sido quien, en los últimos años, de mejorar la atención temprana a los niños con problemas de neurodesarrollo, así como de montar un programa de intervención intensiva en menores con riesgo de suicidio. Pero el escenario al que nos gustaría llegar es crear un dispositivo de hospitalización de día para los menores con mayor necesidad en sus cuidados. Hay otras estrategias que vamos a tener que trabajar con Educación, como la prevención del suicidio en el ámbito escolar y la intervención ante el riesgo de acoso.

La pandemia puso sobre la mesa la relevancia de la salud mental. En ese sentido, ¿fue positiva?

Hay aspectos que ya se venían presentando antes de la pandemia, como la normalización del hecho de tener que pedir algún tipo de intervención psicológica. Pero decir que ha sido algo positivo me cuesta verlo, en salud mental fue algo bastante duro, como el impacto del aislamiento físico de otras personas, por ejemplo. Pero en todo caso, ese incremento de las necesidades de la población no ha ido a menos, por lo que probablemente el covid fue un acelerador.

¿Hay menos estigma sobre la atención psicológica que sobre la psiquiátrica?

Hay un estigma en general en toda la salud mental, afecta a las personas que sufren, a los profesionales que trabajamos en salud mental, a los entornos en los que se desarrollan los tratamientos. Eso no ayuda a que las personas confíen en que se le puede prestar ayuda. El psicólogo clínico en el sistema sanitario es una figura con capacidad de diagnóstico y tratamiento ante una situación de enfermedad. Y en Psiquiatría, obviamente debemos de huir de cualquier tipo de automedicación, pero debemos confiar en tratamientos farmacológicos acompañados que son claramente beneficiosos.

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