El covid disparó las atenciones en Cáritas: 8.000 usuarios más en 2020

Cáritas invirtió en total más de dos millones de euros, una ayuda que ha repercutido en 20.974 personas 

La emergencia social desatada por la pandemia desbordó las previsiones de Cáritas. La Memoria de actividades de 2020 mostró un elevado aumento en el número de atenciones, que regresa a las épocas de la crisis económica  anterior.  “La demanda de servicios básicos se incrementó exponencialmente tanto durante en confinamiento, como después de él”, apuntó María Tabarés, directora de Cártias Diocesana Ourense. La cifra de personas atendidas es de 10.342, incluyendo la actividad  de 24 parroquias, y alcanzando un impacto de 20.974 ourensanos beneficiados, lo que supone 8.000 más que en 2019. El dato global se traduce en que el 8% de la población de la Diócesis de Ourense acudió solicitando apoyo.

Las peticiones de ayuda básica pasaron, al inicio del estado de alarma, con algo tan simple como un plato de comer. El comedor social pasó a dar una media de 500 raciones diarias, “llegando a 667 servicios un día de abril”, y desbordando lo vaticinado por Cáritas: “Manejábamos una previsión de 1.100 participantes y acabamos el año con más del doble, 2.196 personas”, destacó Tabarés. Al final de 2020, el comedor repartió 150.920 raciones de comida. Tras el confinamiento, la situación en este servicio se fue estabilizando, pero no la emergencia social que se fue transformando. Tabarés habla de que en el último trimestre de 2020 se incrementaron las peticiones de ayuda en el programa de acogida, que incluye ayudas a la vivienda o de alimentos. 

Cambios en el perfil

El tipo de usuario que acudió a Cáritas se dividiría en dos tipos, según expuso Tabarés. Por un lado están lo que pidieron ayuda por primera vez por culpa de la “frágil economía” en la que vivían y que principalmente solicitaron la ayuda de una forma más puntual. Este colectivo se corresponde con un tercio de todas las personas que atendió la entidad en 2020. Luego se situaría otro usuario que previamente ya formaba parte de algunos de los programas o lo solicitó con anterioridad.

En general, el perfil es de solicitante es de mujeres de 36 a 65 años, con sus hogares como destinatarios de la ayuda y españoles principalmente, seguidos por personas de nacionalidad venezolana. El 42% no tienen ningún ingreso y el 11% vive con el dinero que consigue a través de trabajos “precarios que no llegan a cubrir las necesidades básicas”. 

Cáritas alerta de la “cronificación de la pobreza” que ya se arrastraba en años previos. La actual crisis dificultará más la inclusión social de estas personas que se encuentran en situación de pobreza: “No conseguimos que la gente alcance una autonomía”, lamentó Tabarés. La orientación en empleo se trató mantener todo el año en la medida de lo posible, retomando los talleres presenciales en los últimos meses del año, con el objetivo de ofrecerles las herramientas necesarias para conseguir un trabajo del que poder vivir.

Dos millones de euros para cuidar de los vulnerables

Cáritas invirtió más de dos millones de euros para dar cobertura a los más vulnerables el año pasado, incrementando el presupuesto de 2019. La mayor parte de ese dinero se destinó al comedor social, donde se gastaron casi 500.000 euros. Las ayudas de las entidades públicas y los donativos son la principal fuente de ingresos. Las subvenciones para 2021, todavía están pendiente y “las necesitamos para trabajar”. A las administraciones le reclaman la “soledad” en la que tuvieron que trabajar al cesar la actividad presencial, dejando patentes diferencias como la brecha digital a la hora de gestionar todos los trámites telemáticos: “Priorizamos la atención de las personas y Cáritas no cerró, importa la salud de todos”, destacó María Trabarés.

La labor de los 400 voluntarios que formaron parte de Cáritas fue imprescindible para que nadie se quedase sin servicio en cualquiera de sus programas. Desde las parroquias estuvieron más cerca de las personas, “reinventándose” por la elevada edad del voluntariado.

Incremento generalizado de los servicios sociales

Cáritas no es la única entidad social que sufrió a lo largo del 2020 un aluvión de peticiones de ayuda. Cruz Roja puso en marcha el Plan Responde para dar cobertura las personas más vulnerables, incrementando el número de atenciones con respecto a otros años. El programa, que se prolongó una vez finalizado el primer estado de alarma, llegó a 12.200 personas a través de más de cien mil respuestas. 

Cruz Roja se preparó para asistir telefónicamente de inicio a 4.500 de sus usuarios, para comprobar en qué situación se encontraban. Esas llamadas, para pedir información, fue lo más reclamado por las personas que acudieron a ellos. Tras ellas, el suministro de bienes de primera necesidad fueron los más demandados, especialmente en los primeros meses del confinamiento que dejaron sin ingresos a muchas personas que vivían al día. “Mantivemos a nosa intervención habitual coas persoas vulnerables coas que traballamos cada ano, tiñamos que responder ao enorme incremento das demanda de axuda e a multiplicar a nosa intervención para facer fronte a crise xerada pola pandemia”, aseguró Felipe Ferreiro en el aniversario de la puesta en marcha del Plan Cruz Roja Responde. 

La labor de los voluntarios, al igual que ocurrió en Cáritas, creció gracias a la solidaridad de las personas que ofrecieron su tiempo desinteresadamente y sirvió para llegar a todas esas personas que precisaron ayuda en algún momento durante el último año. 

La peticiones de ayuda continúan siendo elevadas un año después y, aunque son más estables lejos de los picos alcanzados en abril, sigue habiendo personas que sufren las consecuencias de la crisis socioeconómica. En Cruz Roja, como en Cáritas, se esfuerzan para otorgarles las herramientas necesarias para acceder a un trabajo digno. 

PROTECCIÓN CIVIL

Protección Civil, que desde el inicio de la pandemia ha estado para cubrir las necesidades de la población, también alerta del panorama social. “En Ourense hay mucha miseria, pero lo peor está por venir”, señala Juan Carlos González, coordinador de Protección Civil en la ciudad. Durante la pandemia, los 43 voluntarios trabajaron sin descanso y recuerdan lo que vieron en las calles, donde solo estaban ellos y los que no tenían a donde ir: “Hubo que albergar a mucha gente sin techo, asintomáticos incluidos, se tomaron decisiones complicadas como confinarlos en Oira, vimos situaciones duras y tristes”. 

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