Es el número uno de los centros de enseñanza en Ourense. Ninguno alcanza su solera, su historia o su trascendencia para la vida ourensana. Anda cerca de los 170 años y supera los cien en el actual edificio de O Posío, que originalmente fue Centro

Memoria de grandes intelectuales

Parte del impresionante paraninfo del Insituto Otero Pedrayo (Foto: L.P.)
El histórico edificio que alberga el instituto hoy denominado 'Otero Pedrayo' es uno de los de mayor nobleza y solera de Ourense. Se trata del mayor centro del saber y en sus aulas, los pasillos y, en definitiva, entre sus muros está le memoria de los más grandes intelectuales que dio esta tierra. Seguramente no es el edificio más grande, ni el más antiguo, ni siquiera el más lujoso, pero sí probablemente el más decisivo para la historia de la ciudad y la provincia, por el que pasaron decenas de miles de estudiantes así como millares de profesores.
Unos y otros le han ido imprimiendo carácter y alma, de forma que las instalaciones componen hoy 'un dos edificios nobres destinados para ensino con máis tradición dentro de Galicia, ó cal o tempo, no canto de murchar a súa beleza, faina máis esplendorosa', según indica su director, Luis Fernández, quien resalta también 'a suntuosidade do paraninfo, orgullo de todos os exalumnos e admiración dos visitantes que acoden a actos culturais'. Recuerda que 'nas suas aulas, corredores e claustros permanecen os recordos imperecedeiros de numerosas promocións de alumnos e mestres, entre os que houbo figuras destacadas'. La nómina de personajes vinculados al hoy 'Otero Pedrayo', ayer Instituto Femenino ?de los sesenta a los ochenta del pasado siglo- y antes Instituto a secas, es suficiente para quitar el hipo. Otero Pedrayo, Saco y Arce, Saco Maureso, Besteiro, Vicente Risco, Marcelo Macías, Xaquín Lorenzo, Manuel de Dios, Emilio Graña, José Angel Valente, Efrén Borrajo Dacruz, Alfredo Conde, Carlos Casares, o Espinosa, por citar apenas unos cuantos, dan idea de cuánta sabiduría se guarda entre sus paredes. De hecho, Luis Fernández tiene claro que ser director de este centro es mucho más que dirigir un centro docente convencional: 'É un posto no que hai que ser conscentes de que tés a historia por detrás, ademáis do arquivo, o museo ou o Paraninfo, coas suas actividades'.

Todo ello lo distingue de los demás, de forma que constituye un honor añadido para quienes acceden a esa responsabilidad. También son muchos los claustrales que sienten sobre sí el peso de la herencia inmaterial de la que son depositarios, así como la inmensa mayoría de los exalumnos, que proclaman su orgullo por haber estudiado en un lugar convertido desde siempre en paradigma de la docencia.

Lo refleja perfectamente Arturo Fernández, que fue profesor durante más de tres décadas, y director. 'Para un profesor de ensino medio, dar clase no Otero Pedrayo, era como para un da universidade facelo na Complutense: o máximo. Un sentíase moi a gusto e realizado profesionalmente; para min, como para tantos compañeiros, constituiu unha gran experiencia, na que tratábamos de responder a esa honra. O Instituto era para nós a segunda casa'. Hoy los tiempos han cambiado y ni siquiera los alumnos son muy conscientes de estar estudiando en un centro cargado de historia. Preguntados expresamente, se encogen de hombros o se limitan a guardar silencio, aunque Luis Fernández confía en que 'adquirirán esa conciencia cando xa sexan exalumnos e estén fóra deiquí'.


HISTORIA

El Instituto echó a andar en 1845, medio siglo antes que el edificio que hoy lo alberga y los expertos distinguen en su trayectoria tres etapas: necesidad y concienciación de un espacio digno; consolidación del edificio y recuperación, que comenzaría a partir del incendio de 1927. La primera comenzó con la puesta en marcha del Instituto, situado en Lamas Carbajal, donde compartía edificio con el Seminario Conciliar, aunque siempre con vocación de autonomía y señalando la necesidad de un espacio propio. En 1869, la Diputación destina una partida al inicio de la construcción del actual edificio. Las obras se prolongarían durante un cuarto de siglo, destinado a acoger todos los centros docentes de la ciudad. De hecho, en la fachada junto a la puerta principal todavía figura esculpido en piedra el rótulo Centro Provincial de Instrucción, pues comenzó albergando el Instituto de Segunda Enseñanza, la Escuela de Artes y Oficios y la Escuela Normal de Maestros, además de la Biblioteca pública. El edificio fue inaugurado en 1896 y en él cursaron estudios buena parte de los que luego serían miembros de la Xeración Nós. En el curso 1904-05 aparecen las primeras mujeres matriculadas.

Un incendio destruye el edificio en 1927. El siniestro afectó sobre todo a la parte delantera, en la que se situaban la Biblioteca, sala de profesores y la Escuela de Artes y Oficios. Todo el material que se encontraba en estas dependencias resultó arrasado por el fuego. La guerra civil trajo expedientes para varios de sus catedráticos, como Otero Pedrayo ?que fue director del centro- o Rodríguez Bouzo. Tras la reconstrucción, el edificio fue dedicándose básicamente a la enseñanza media. En los años sesenta pasa a denominarse Instituto Femenino, como consecuencia de la entrada en funcionamiento del Instituto Masculino en A Ponte ?hoy Eduardo Blanco Amor-. La democracia le devuelve la condición de centro mixto, pero sin la separación de alumnos ?en el bajo- y alumnas ?en el primer piso- existente cuando era el único. Hoy cuenta con más de setecientos alumnos, algunos de los cuales ocupan las dependencias del antiguo colegio Irmáns Villar, y más de setenta profesores.

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