Ante el dinamismo de Barrocás, uno de los barrios de la ciudad que experimentan un mayor crecimiento, la diócesis inaugura un centro pastoral en el que se realizará la Eucaristía y se atenderá a personas “en situación de incertidumbre o sufrimiento”.
El nuevo centro pastoral de Barrocás, ubicado en el bajo del número 6 de la rúa Chano Piñeiro, apenas llama la atención a la vista. Muchas de las personas que acuden al supermercado o la farmacia ubicados junto al espacio religioso no perciben su presencia, a pesar de la austera cruz de hierro que corona el acceso al edificio.
A pesar de ello, decenas de fieles acudieron ayer a la llamada de la diócesis para inaugurar el templo, tantos que el propio obispo, Lemos Montanet, allí presente, se encargó de informar a los feligreses que aguardaban fuera del aumento de los aforos hasta el 90%, por lo que podían pasar al interior. Y alrededor de setenta personas escucharon sus palabras.
La ceremonia comenzó con música en directo y un llamamiento a “caminar acompañados ante la adversidad de la vida”. Montanet subrayó la importancia de “acercarse a donde está la fe, donde están las familias y los niños, que son el corazón de la Iglesia”.
Alberto Diéguez cumple ocho años al frente de la parroquia Inmaculada de Montealegre, y la lejanía entre su iglesia, un templo del siglo XX ubicado en las faldas de este monte, y la nueva (y creciente) urbanización de Barrocás, también parte de la misma parroquia, preocupaba al religioso, cuando además el desnivel del terreno es muy elevado y dificulta los desplazamientos a pie.
De ahí la creación de este punto de encuentro en la arteria principal del barrio. Está dedicado a Juan Pablo II, “el papa viajero”, que salió de Roma para acercarse a la Iglesia universal de igual modo que ahora la diócesis sale al encuentro de las familias. Se realizarán aquí los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión, alternando con el culto en la iglesia parroquial, donde se llevarán a cabo el resto. Además, el centro pastoral se establece como lugar de escucha, que proporcionará “atención gratuita a las personas que atraviesan situaciones de incertidumbre o sufrimiento”, explican desde el Obispado, para “ayudar a encontrar un equilibrio emocional saludable”, y ofrecen esta alternativa también a los no creyentes.