Cientos de jóvenes de Ourense se dieron cita durante la pasada jornada en las cercanías de Montealegre, en donde encendieron decenas de hogueras, pese a que la lluvia y el frío hicieron acto de presencia durante todo el día

Montealegre, a la luz de la hoguera

Panorámica general de una de las laderas de monte en donde se agruparon cientos de jóvenes alrededor de hogueras y carpas.  (Foto: JOSÉ PAZ)
Ni la lluvia ni el frío lograron impedir ayer que cientos de jóvenes ourensanos organizasen en la periferia de la ciudad, en los alrededores de Montealegre y otras alturas, decenas de hogueras en las que disfrutaron de los tradicionales magostos que con motivo de la festividad de San Martiño invaden cada rincón año tras año.
La mayoría de ellos, ataviados con ropa de abrigo y con impermeables los más previsores, se agrupaban a media tarde debajo de carpas de plástico en las que disfrutaban de la compañía de amigos y familiares al tiempo que degustaban las consabidas castañas, acompañadas de churrasco o chorizos. Tampoco faltó el alcohol para mitigar humedad y frío. 'Con un pouco de licor café aguántase', indicaba Javier Salgado, un joven vecino de Santa Mariña que participaba en una de las hogueras en compañía de seis amigos más. Todos ellos habían llegado a las once de la mañana y tenían previsto quedarse hasta la noche.

En otra hoguera y debajo de un toldo, Juan Castro, un vecino de Ourense, de 28 años, explicaba que suele ser un asiduo de esta cita de San Martiño en la ciudad. 'Este ano -dice- viñemos 12 amigos e melloramos, porque trouxemos unha carpa e unha furgoneta con leña', apuntaba mientras un compañero enciende un pequeño generador para alimentar un reproductor de música.

El vehículo, cargado hasta arriba de troncos y útiles y aparcado en una ladera de monte, evidenciaba su propósito: 'Temos como combater o frío, como facer unha boa comida e ganas de pasalo ben', dice Castro para, acto seguido, precisar que su intención era la de quedarse en la zona hasta la una de la madrugada.

También Ánxela Crespo, otra joven que organizó en compañía de varios amigos una hoguera, es una habitual a los magostos que se organizan cada año en el lugar, en una zona montañosa ubicada en un margen de la carretera que discurre hacia Montealegre, al pasar el Jardín Botánico. 'A pesar de que choveu, esto está moi animado', indica.

A escasos metros, Raichael Bamgboye, una joven londinense que se encuentra temporalmente en la ciudad, quiso comprobar cómo es un magosto. 'Es una fiesta muy diferente. Me siento muy contenta', confiesa. En una zona más retirada, Laura Melero e Iván Ariza apuntaban que los magostos son 'una excusa perfecta para juntarse y pasarlo bien'. Indican, eso sí, que un propietario de una finca en la que desplegaron sus pertenencias -al igual que hicieron otras personas- se personó en el lugar para que no fuese ocupada por la carpa que portaban.

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