SUCESO

Tres mujeres ahuyentaron a un ladrón a escobazos

el inculpado, según el fiscal, entró a la librería con una media tupida en la cabeza y dijo: "Esto es un atraco, la caja"

Las escobas no sólo se inmiscuyen en las tramas de algunos cuentos infantiles e historias de brujas - a Cenicienta y Blancanieves hasta les ayudaron a conseguir marido y a Gretel, la hermana de Hansel, le salvó la vida- sino que pueden aparecen como elemento clave en unas diligencias judiciales. En el juicio desarrollado en el Penal 1, las escobas ayudaron a tres mujeres, víctimas de un atraco, a ahuyentar a un ladrón que quiso asaltar una librería de la calle Alejandro Pedrosa de la ciudad.

La dueña, su hija y una amiga se valieron de esta herramienta para echar a Daniel S.G. (38 años), acusado de una tentativa de robo con violencia e intimidación. Según asegura el fiscal, los escobazos lograron que el inculpado se diera a la fuga sin conseguir su ilícito objetivo.

Los hechos juzgados ayer ocurrieron el 12 de agosto del pasado año, sobre las siete y media de la tarde. El inculpado entró, así lo reconoce él, en la librería y para ocultar el rostro se puso una media tupida en la cabeza. Su intención era robar, pero, según su versión, desistió y se fue porque recapacitó.

La dueña del negocio no ofreció esa amable versión. Asegura que el acusado exigió el dinero de la caja -"esto es un atraco", gritó- y que amenazó con "pincharla" cuando se puso a gritar. Fueron estos chillidos los que alertaron a su hija y una amiga, que estaban en la trastienda del local y vieron al ladrón como zarandeaba a la librera y le echaba la mano al cuello.
Las mujeres, pertrechadas con unas escobas que estaban en la trastienda, consiguieron "barrer" al atracador. Eso sí, tuvieron que emplearse a fondo: alguna incluso acabó con el mango roto por los golpes contra el mostrador. En el momento de la huida, Daniel S.G. se quitó la media, lo que posibilitó que las mujeres le vieran el rostro.

Petición de casi tres años
El ministerio fiscal reclamó ayer una pena de dos años y 10 meses de prisión por la tentativa de atraco, aplicando la agravante de uso de disfraz. Su letrado interesó la libre absolución porque, según sostiene, el inculpado, con problemas de adicción a las drogas, desistió voluntariamente del robo. En caso de que la jueza no lo contemple, reclama que se le atempere la pena en base a su drogodependencia. 

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